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DEPENDENCIA DE LA POBLACION RESPECTO A LOS BOSQUES Y ARBOLES


Leña
Alimentos
Forraje para el ganado y nutrientes para los suelos
Ingresos

Durante el último decenio, se han comprendido cada vez mejor las maneras en que la población rural aprovecha los productos de los árboles y los bosques de las zonas que habita, y esa comprensión sigue mejorándose. La información ahora disponible no sólo permite definir con mucha más precisión la índole y la magnitud de muchos de esos usos, sino que también ofrece una imagen más nítida de las repercusiones que tiene la escasez creciente de suministros y de las variaciones en la disponibilidad de determinados bienes y servicios, y de las maneras en que las comunidades responden ante estos cambios. Si bien las categorías a veces se traslapan, esos usos son, en líneas generales, de tres tipos: utilización directa en el hogar como combustible y alimentos; insumos para el sistema agrícola, como forraje y estiércol; y fuentes de ingresos y empleo. La información se agrupa pues de esta manera, pero, en lo que respecta a los usos domésticos, se examinan por separado la leña y los alimentos.

Leña

La leña es, y seguirá siendo, una fuente de energía crucial. Proporciona cerca del 20% de toda la energía en Asia y América Latina, y casi el 50% de toda la energía en Africa es generada por la leña. Proveer a cada región con un suministro adecuado y sostenible de leña para enfrentar la enorme y persistente demanda constituye una tarea desalentadora pero absolutamente necesaria. Existen situaciones regionales de escasez y la oferta debe ser aumentada.

La escasez de combustible puede tener en una variedad de efectos nocivos. Por ejemplo, puede influir en la cantidad de alimentos suministrados o cocinados. Si se dispone de menos combustible o tiempo para cocinar, puede aumentar el consumo de alimentos crudos o recalentados. Esto puede causar un aumento en la incidencia de enfermedades porque son pocos los alimentos que pueden digerirse bien crudos, y es necesario cocinarlos para eliminar los parásitos. La disminución del número de comidas puede ser especialmente perjudicial para la nutrición infantil, ya que los niños suelen no poder consumir en una sola comida una cantidad suficiente de alimentos básicos, a menudo excesivamente ricos en fécula.

Sin embargo, hay muchos otros factores relacionados con los cambios en las costumbres alimentarias, que no deben atribuirse exclusivamente a la falta de leña; en muchos casos la falta de alimentos es tal que la escasez de leña tiene comparativamente poca importancia como factor determinante de la alimentación. Una menor disponibilidad de leña tampoco implica necesariamente una escasez de combustible. Ni está claro que la plantación de árboles para producir leña constituya necesariamente una respuesta adecuada a la escasez de combustible1.

Estudios más exhaustivos de diversas situaciones en que se consideraba que el abastecimiento de leña iba empeorando, han revelado repetidamente (aunque no siempre), que la escasez de combustible en los hogares era mucho menor de lo que se creía en un principio. Esto occure por las siguientes razones:

· gran parte de la leña utilizada como combustible puede ser madera seca, o proceder de árboles y arbustos encontrados fuera de los bosques, con lo que el aprovechamiento de las reservas forestales en crecimiento es limitado;

· otros combustibles derivados de la biomasa tales como residuos agrícolas y estiércol seco pueden proporcionar gran parte del consumo global;

· estos recursos no forestales y no leñosos pueden estarse renovando, o ser renovados, a un ritmo que permita mantener los niveles corrientes de utilización.

Además, la gente responde espontáneamente a los descensos en el suministro de leña, efectuando diversos reajustes que les permiten mantener su capacidad de cocción de alimentos. Para quienes disponen de tierra, el proceso de ajuste puede consistir en utilizar más material leñoso del que crece en sus tierras y en cambiar sus prácticas agrícolas a fin de incluir especies como el guandú (Cajanus cajan), que dejan residuos leñosos que pueden emplearse como combustible. En otros casos la solución consiste en ir a buscar la leña más lejos. Otros optan por una utilización más cuidadosa y económica de los recursos disponibles y por el aprovechamiento de otros combustibles derivados de la biomasa, como los residuos agrícolas y el estiércol seco. Mientras que la siembra de árboles para uso como combustible doméstico rara vez constituye una respuesta por parte de los agricultores, muchos de ellos consideran que todos los árboles pueden proveer algunas ramas y astillas para leña como sub-producto. Por lo tanto, aquellos árboles sembrados para responder a necesidades prioritarias servirán, en el largo plazo, para enfrentar situaciones futuras de escasez de leña.

Lo que acabamos de exponer no debe interpretarse como un argumento a favor de que no existen situaciones de escasez de combustible; existen, y ocurren a menudo a gran escala y tienen los resultados perniciosos que se indicaron al comienzo de esta sección. Asimismo, algunas de las soluciones impuestas a las poblaciones constituyen a veces una carga o dificultad adicional, obligándolas a emplear todavía más tiempo atendiendo plantaciones energéticas alejadas de su hogar. Si queremos dormir intervenciones apropiadas, debemos entender con mayor exactitud la naturaleza del problema, cuando este sea identificado como tal.

Puede tratarse no tanto de un problema de escasez material como de falta de mano de obra, dificultades de acceso o modalidades de comportamiento determinadas culturalmente (Dewees, 1989). De este modo, la recolección de la leña puede resultar una carga más pesada porque las mujeres tienen así más trabajo, como se refleja en las fluctuaciones de esta actividad que coinciden con los ciclos agrícolas estacionales o con otras exigencias laborales. Naturalmente, no por ello deja de ser una carga o un problema, pero modifica el marco en que buscar una solución, y es menor la probabilidad de que plantar árboles resulte ser la solución más adecuada.

De manera análoga, la repercusión que el empleo de residuos agrícolas y estiércol seco como combustible tiene en el mantenimiento de la fertilidad y el estado de los suelos no ha sido adecuadamente documentada. No hay pruebas realmente concluyentes de que cantidades significativas antes destinadas a usos agrícolas se utilicen como combustible; gran parte de lo que se quema parece ser excedentes de dichos usos (Barnard y Kristofferson, 1985). De hecho, trabajos recientes indican que la aplicación de residuos agrícolas para mejorarlos suelos es poco frecuente en Africa, porque da escasos resultados por el trabajo que requiere, y que el empleo de estiércol para esos fines se ha exagerado mucho (McIntire et al, 1988). Si bien es posible que algunos de estos materiales de la biomasa sean combustibles de peor calidad que la madera - porque su utilización es más difícil o más desagradable (producen más humo) - esto puede compensarse, al menos en parte, por la mayor conveniencia de su empleo (son asequibles y abundantes en la estación de mayor actividad agrícola).

Todos estos factores contribuyen a explicar la conclusión general de que la gente, o no considere que haya escasez de leña, o no estime que plantar árboles para paliarla sea una respuesta racional al problema. Las alternativas antes indicadas casi siempre constituyen opciones más económicas que plantar árboles para mantener el suministro de combustible, y se adaptan mejor a la necesidad del usuario de disponer regularmente de pequeñas cantidades, que las cosechas infrecuentes de las plantaciones de árboles. El efecto, por último es que la percepción de una situación de escasez de leña es postergada hasta que ésta forme parte de una crisis ecológica más amplia, cuyas posibles soluciones se vuelven más complejas.

Además, plantar árboles supone una inversión que, para ser justificada, debe dar mayores beneficios que los que pueden obtenerse con la leña para uso doméstico. Cuando hay falta de leña, es probable que las maderas de construcción sean aún más escasas (al igual que otros productos derivados de los árboles). La combustión suele serla utilización menos rentable de los productos de un árbol, y por lo tanto solo se elige cuando todos las demás alternativas más rentables hayan sido agotadas.

De igual manera, la cuestión del suministro de leña, cualquiera que sea la gravedad con que se plantee, no es probable que figure entre las mayores prioridades de la gente en comparación con otros problemas. Así, en el estudio exhaustivo de la OIT sobre las consecuencias de la escasez de leña para la mujer, se vio que “en la mayoría de las aldeas estudiadas las mujeres no consideraban que el problema de la leña y del rendimiento térmico tuviese un carácter prioritario.

Su preocupación inmediata era la solución rápida al problema desesperante de la falta de alimentos y de ingresos” (Cecelski, 1987).

En pocas palabras, el enfoque inicial de evaluar la situación de la leña mediante un análisis global de las posibles carencias de suministros, si bien ha resultado particularmente útil para llamar la atención sobre algunas de las necesidades más fundamentales de las poblaciones rurales pobres, ha sido menos idóneo para definir las necesidades a nivel de los proyectos. Al concentrarse exclusivamente en la leña, ha hecho que se perdieran de vista las demás consideraciones que influyen en las decisiones de la gente acerca del cultivo de los árboles. De manera análoga, el carácter general del análisis ha soslayado la capacidad de adaptación espontánea de la población, y la necesidad de una intervención planificada para incorporar las soluciones a los problemas de leña en el contexto más amplio de la multiplicidad de usos de los árboles.

Parece también claro que el uso doméstico de leña en las zonas rurales - aunque en conjunto implica enormes cantidades de materia leñosa - rara vez llega a representar la causa principal de reducción de las reservas forestales en crecimiento. En otras palabras, difícilmente es causa determinante de la deforestación tropical. Por el contrario, la tala para satisfacer demandas urbanas muy concentradas puede ser una gran fuerza destructiva.

ALIMENTOS

Para la mayoría de la población rural, los alimentos que se obtienen de los bosques, o de los árboles mantenidos en los sistemas agrícolas, agregan variedad a su dieta, haciéndola más apetitosa, proporcionando vitaminas, proteínas y calorías esenciales

Niños acomodando cocos para secar al sol

Un agricultor inspecciona un árbol de frutas

Sin embargo, las situaciones de escasez de leña son reales y seguirán existiendo a no ser que sean ideados enfoques adecuados para el manejo de estos recursos. La experiencia ha mostrado hasta la fecha que los esfuerzos de planificación deben tomar en consideración el papel que juegan los árboles en la vida socio-económica y cultural de las comunidades. El desarrollo forestal comunitario debe seguir aplicando métodos apropiados a nivel local para garantizar realmente un suministro de leña adecuado. Dichas estrategias tendrán que basarse en una evaluación exacta de las prioridades, las capacidades y las limitaciones de las comunidades rurales.

Alimentos

Para la mayoría de la población rural, los alimentos que se obtienen de los bosques, o de los árboles mantenidos en los sistemas agrícolas, agregan variedad a su dieta, haciéndola más apetitosa, proporcionando vitaminas, proteínas y calorías esenciales2. Las cantidades de alimentos forestales consumidos pueden ser relativamente limitadas en comparación con los principales alimentos básicos, pero constituyen con frecuencia una parte esencial de ciertas dietas que, de lo contrario, serían insulsas y nutricionalmente pobres. Estos productos alimenticios también se utilizan mucho para “picar” entre comidas, para tomarlos mientras se trabaja en los campos o se apacienta el ganado.

Además de tener estas funciones suplementarias, los alimentos forestales son muy utilizados para ayudar a cubrir carencias alimentarias durante determinadas estaciones del ano; sirven para superarlos “períodos de hambre”, cuando se van agotando los alimentos almacenados y todavía no se dispone de la próxima cosecha. Este es también una función importante desempeñada por los árboles en los huertos domésticos, los cuales contribuyen además a nivelar las variaciones estacionales en la demanda de mano de obra agrícola.

La tercera función principal de los alimentos forestales en los sistemas globales de nutrición se pone de manifiesto en las situaciones de emergencia, como inundaciones, sequías, hambrunas y guerras. En períodos de hambruna, alimentos ricos en energía como las raíces, tubérculos, rizomas y nueces pueden constituir importantes paliativos.

Cuando la gente tiene relativamente fácil acceso a los bosques, los alimentos forestales son a menudo de especial importancia para los grupos más pobres de la comunidad. Si bien las actividades de recolección de productos forestales no se limitan a los pobres, éstos dependen de dichas actividades en mayor medida. Por lo tanto, es más probable que se vean afectados por una menor disponibilidad de tales alimentos cuando los recursos forestales se reducen, se degradan o les resultan inaccesibles.

Además de ser ahora menor la disponibilidad, también ha variado la función desempeñada por los alimentos forestales en la nutrición doméstica al penetrar nuevos productos alimenticios en los mercados rurales y al cambiar los gustos. En muchas regiones, los alimentos forestales ya no se consumen y están desapareciendo los conocimientos que se tenían acerca de su utilización, aunque esa tendencia no sea universal. En algunas zonas, los mercados de alimentos forestales se han extendido rápidamente, por ejemplo para productos de la caza, en el Africa occidental. Sin embargo, incluso allí donde no ha disminuido el consumo, quizás lo haya hecho la diversidad nutricional de los alimentos recolectados.

La reducción del consumo de alimentos forestales tiene repercusiones diversas. En algunos casos estos cambios han empobrecido la calidad de la dieta, sobretodo cuando una mayor dependencia respecto a los alimentos adquiridos resulta en una menor variedad dietética. Quizás la peor consecuencia es que las opciones alimentarias de los grupos más pobres se van reduciendo progresivamente, en especial durante los períodos estacionales desfavorables y en las situaciones de emergencia.

ALIMENTACION DEL GANADO Y NUTRIENTES DEL SUELO

El ganado es esencial en muchos sistemas agrícolas como fuente de tracción animal y de nutrientes para los suelos en forma de estiércol, y para la producción de leche

Un agricultor usando búfalos para arar una plantación de árboles.

Ordeñando una vaca - la vaca está amarrada a un árbol de coco para proporcionar fertilizante

Un mejor conocimiento de las relaciones entre los productos alimentarios forestales obtenidos de bosques y árboles encontrados en las explotaciones agrícolas y la nutrición rural se ha recientemente centrado en la necesidad de una conciencia nutricional en proyectos de desarrollo forestal comunitario. Está claro que los alimentos forestales desempeñan tan sólo una función limitada en muchas situaciones dietéticas; existen alternativas al suministro decreciente de alimentos forestales, y el aumento de la cantidad de alimentos adquiridos originará cambios en el consumo de alimentos forestales, cualquiera que sea su disponibilidad. Sin embargo, es evidente que el desarrollo forestal comunitario tiene que examinarlas posibles repercusiones de las intervenciones forestales o agroforestales propuestas en la situación nutricional de la población beneficiaría, y preocuparse del manejo de los bosques existentes y otros arbolados de importancia para la población local, tanto como de plantar nuevos árboles.

Forraje para el ganado y nutrientes para los suelos

El ganado es esencial en muchos sistemas agrícolas como fuente de tracción animal y de nutrientes para los suelos en forma de estiércol, y para la producción de leche. La alimentación de los animales proviene frecuentemente de los residuos agrícolas y del apacentamiento.

En muchos sistemas, en particular los de tierras secas, donde la arada y la siembra deben concentrarse en la breve estación lluviosa, se necesitan muchos más animales de los que pueden mantenerse con los piensos producidos dentro del sistema agrario, por lo que el agricultor ha de tener acceso a pastos o forraje fuera de la explotación agrícola. Los bosques y las zonas de arbolado y matorral son a menudo la principal fuente suplementaria, y los forrajes arbóreos la principal fuente de alimentos para el ganado en la estación seca y los períodos de sequía.

Numerosos factores se han combinado para reducirla disponibilidad de forraje. El riego de tierras antes dedicadas a pastos o cultivos de secano, la creciente adopción de cereales de tallo corto y alto rendimiento, y la reducción de otros cultivos de cereales son algunos de los cambios ocurridos en la agricultura. Al mismo tiempo, la privatización y la explotación excesiva han reducido en gran medida la disponibilidad de tierras públicas. Las posibles respuestas a esta situación - cultivos forrajeros de regadío, alimentación en establos, substitución de animales por tractores - suelen requerir un uso más intensivo de capital o mano de obra y, por lo tanto, están fuera del alcance de los pobres.

Se ha argumentado que en algunos casos la escasez de forraje puede ser más grave que la de leña (Damodoran, 1987), en el sentido de que no hay fuentes alternativas de piensos disponibles para el ganado de los pobres como las hay para mantener los suministros de combustible. A causa de la escasez de forraje, los agricultores pobres pueden no llegar a disponer de los animales de mejor calidad necesarios para la producción lechera y en muchos casos se ven obligados a deshacerse de sus hatos.

Por lo tanto, se presta cada vez más atención a dos relaciones existentes entre las actividades forestales comunitarias y la obtención de forraje: el potencial de aumentar los suministros de forraje derivado de los árboles y las tierras boscosas, y la necesidad de no interrumpir los suministros actuales de forraje y las interacciones entre agricultura y ganadería cuando la tierra se dedica a la silvicultura.

INGRESO

El ingreso y las oportunidades de empleo basadas en el bosque son particularmente importantes para los pobres - debido a su facilidad de acceso y a los muy bajos niveles de capital y experiencia requeridos

Una comunidad de carpinteros haciendo un simple mueble de madera

Planing madera que será usada como material de construcción en una comunidad forestal

Otro aspecto de la interrelación entre cubierta forestal y agricultura que está resultando ser de mayor importancia de lo que se había supuesto en un principio es el de la restauración de los nutrientes de los suelos. Gran parte de la agricultura tropical consiste en el sistema básico de los cultivos itinerantes (agricultura migratoria), que deja periódicamente la tierra en barbecho forestal con ese propósito. Aunque existen actualmente sistemas que han ido estableciendo formas de barbecho continuo basadas en la presencia constante de árboles, que van desde los huertos domésticos de los trópicos húmedos hasta los cultivos intercalados de Acacia albida en zonas áridas de Africa, se cree en general que actualmente están sometidos a presiones tales que causan una reducción o eliminación del componente forestal

Si bien se da este caso en algunas situaciones, por ejemplo en muchas zonas de Acacia albida, en otras ocurre lo contrario. Ante el descenso de la productividad agrícola y al no disponer de capital para la compra de fertilizantes o para construir estructuras que favorezcan la conservación de los suelos, los agricultores optan con mucha frecuencia por las especies leñosas perennes como parte de su estrategia de afianzamiento y estabilización del sistema agrario. Investigaciones realizadas sobre los huertos domésticos en diferentes partes de los trópicos húmedos, por ejemplo, han mostrado que éstos estaban aumentando en proporción al total de tierras agrícolas de secano en parte por esta razón (y en parte en respuesta a los cambios que se examinan en la sección dedicada a “ingresos”) (Arnold, 1987).

En algunas zonas es la capa vegetal formada por hojas recogidas de árboles situados fuera de las explotaciones agrícolas la que sostiene el sistema agrario. Los sistemas de cultivos del Himalaya, por ejemplo, dependen del acceso a una zona forestal sustancial para poder obtener hojas y formar esa capa de hojarasca que permite mantenerla fertilidad de los suelos. La presión creciente a que se ven sometidos esos sistemas puede llegar al punto en que los bosques ya no soporten esta repetida extracción.

En tales situaciones, y en aquellas en que la agricultura depende de forraje o pastos fuera de las explotaciones, es pues necesario que el desarrollo forestal comunitario se ocupe tanto o más del manejo de los recursos públicos que de los privados.

Ingresos

Quizás el factor más influyente a la hora de revisar nuestra comprensión de la función potencial del desarrollo forestal comunitario haya sido el creciente reconocimiento de la importancia de los ingresos en las decisiones que adoptan las poblaciones rurales pobres. A medida que el tamaño de las granjas y la productividad disminuyen bajo la presión del crecimiento demográfico, se reduce también la capacidad de los hogares agrícolas de mantener la autosuficiencia alimentaria, por lo que se ven cada vez más obligados a recurrir a los cultivos comerciales y al empleo no-agrícola. Se ha calculado que ya más de un tercio de los ingresos de las familias rurales proceden de actividades no-agrícolas (Liedholm y Mead, 1986). Las consideraciones económicas condicionan ahora las decisiones, incluso de quienes se mantienen dentro de una economía básicamente de subsistencia, y el desarrollo forestal comunitario debe tener en cuenta este hecho.

Ingresos derivados de los recursos arbóreos existentes

Existe una amplia gama de productos forestales que las poblaciones rurales recogen, producen y comercializan a fin de obtener ingresos3. Entre los productos recolectados figuran la leña, el roten, el bambú, las fibras, las medicinas, las gomas y los alimentos silvestres. Los principales grupos de productos que se comercializan tras pasar por un proceso simple de elaboración en hogares o pequeñas empresas son los muebles y demás productos de madera, las cestas y esteras y otros productos de juncos, cañas, hierbas, y otros artículos de artesanía. Los dos primeros grupos van a parar predominantemente en los hogares rurales y los mercados agrícolas para los cuales suelen ser la principal fuente de suministros, mientras que gran parte de la artesanía se destina a los mercados urbanos.

El predominio de las pequeñas actividades empresariales en el sector forestal se debe al tamaño de los mercados rurales de productos forestales, y a la dispersión de esos mercados por vastas zonas con muy escasa infraestructura de transporte, de manera que resultan más prácticos los suministros locales. Las pequeñas empresas de recolección y elaboración basadas el bosque constituyen una de las mayores fuentes de empleo e ingresos extra-agrícolas para la población rural.

Muchas personas dependen de la venta de productos tales como leña y roten para complementar sus ingresos agrícolas durante todo el año. Otros se dedican a estas actividades de manera estacional, ya sea para explotar materias primas o mercados sólo disponibles en determinados períodos - o la mano de obra sobrante en los meses de baja actividad agrícola, sea para satisfacer las necesidades estacionales de dinero en efectivo con el fin de pagar préstamos agrícolas o matrículas escolares. Otros recurren a ellas para superar situaciones de emergencia. Así, por ejemplo, en los años de condiciones adversas para la agricultura, más personas se dedican a la recolección y venta de leña.

Al igual que los alimentos forestales, las oportunidades de ingreso y empleo en actividades forestales son particularmente importantes para los pobres, debido a la facilidad de acceso y los muy bajos niveles de capital y experiencia requeridos para iniciar e involucrarse en la mayoría de esas actividades. También admiten un elevado grado de participación de mujeres pobres, quienes a menudo predominan en actividades como la fabricación de esteras y cestas, las cuales pueden efectuarse en el hogar o en sus inmediaciones y así combinar esas actividades lucrativas con otras tareas domésticas.

La importancia de los ingresos derivados de los productos forestales obliga de nuevo a centrar la atención en el manejo de los recursos forestales existentes. Las pequeñas empresas rara vez consiguen crear o conservar recursos arbóreos para el futuro. La explotación excesiva, la deforestación y la privatización y nacionalización hacen que los pobres tengan menor acceso a las zonas forestales y otras tierras comunales. Los problemas que encuentran para obtener materias primas forestales se ven a menudo agravados por controles desfavorables de la explotación, asignaciónes exclusivas a los usuarios más importantes, complicados procedimientos de licitación y concesión de licencias. Además, las trabas a este tipo actividad incluyen la obligación de pago de depósitos prohibitivos u otros requisitos previos imposibles de cumplir, los elevados precios pagaderos a los monopolios estatales, y los sistemas de distribución en régimen de monopolio.

Las pequeñas empresas tienen otros puntos débiles además de la escasez de materias primas: mercados inseguros, falta de financiación, carencia de herramientas y equipo, deficiencias administrativas y falta de organización. Asimismo son muy sensibles a las variaciones en su posición competitiva. La rentabilitad del trabajo en muchas actividades de base forestal es insignificante, y los mercados para esos productos pueden ser muy vulnerables en caso de introducción de productos substitutivos. Así pues, si bien estas actividades constituyen un medio de obtener ingresos para gran parte de la población rural, es posible que muchas no sean sostenibles. Como las más amenazadas son las actividades domésticas de fabricación de esteras y cestas a cargo de una sola persona, al diseñar programas de apoyo es preciso llevar a cabo un análisis exacto de las perspectivas de supervivencia y crecimiento de determinadas actividades concretas, a fin de no inducir a los pobres a participar en iniciativas que no resulten viables.

Ingresos derivados del cultivo de árboles

Con frecuencia se ha aducido que el cultivo de árboles sólo es factible para los agricultores adinerados. Esta suposición se basa en la premisa de que los agricultores pobres deben dedicar todos sus recursos a la producción de alimentos básicos. El resultado ha sido que en algunos proyectos se especifica que los árboles deben plantarse tan sólo en tierras incultas o sin vocación agrícola.

Sin embargo, ahora ha quedado claro que en muchos casos los recursos de los agricultores pobres son demasiado limitados para que puedan satisfacer con ellos sus necesidades básicas, por lo que tienen que dar prioridad a la generación de ingresos, a fin de adquirirlos alimentos que precisan. En tales circunstancias, los árboles pueden resultar adecuados como cultivos comerciales o cultivos intercalados con los cultivos agrícolas comerciales. Allí donde el factor restrictivo es más la tierra que la mano de obra, los sistemas mixtos de árboles, cultivos y ganado pueden resultar más beneficiosos que los monocultivos. Cuando el problema radica en la disponibilidad de mano de obra, debido a la necesidad de encontrar trabajo fuera de las explotaciones agrícolas, los cultivos de árboles que requieren bajos insumos pueden ser el medio más idóneo para mantener la tierra en uso productivo. Aunque el rendimiento pudiera ser mayor con cultivos agrícolas que con árboles, puede tener sentido para los agricultores cultivar árboles ante la incapacidad de sufragarlos costos de producción de los cultivos alternativos o los costos de insumos tales como fertilizantes, plaguicidas o sistemas de riego que harían falta para mantener la productividad de la tierra sin presencia de árboles.

Como ya se señaló, los huertos domésticos, que siempre han desempeñado esta función, han ido creciendo proporcionalmente a la superficie agrícola total en algunas zonas del trópico húmedo. Más recientemente, los agricultores han empezado a plantar más árboles como cultivos comerciales en varios países, en respuesta al creciente mercado existente para postes y otros productos de madera.

Por este motivo, surgió cierta preocupación, sobre todo en la India, de que el cultivo de árboles suponga una reducción de la superficie dedicada a la producción de alimentos esenciales y haga disminuir el empleo rural5. Los cultivos de árboles como el eucalipto, que dan un único producto (postes/madera para pasta), podrían ser problemáticos a este respecto, ya que son potencialmente vulnerables a las fluctuaciones del mercado, y por consiguiente provocan fluctuaciones de los ingresos, que se concentran en determinados momentos, seguidos luego de períodos en que las entradas son escasas o nulas. Es probable que los árboles de usos múltiples y los sistemas a base de varias especies, tales como los huertos familiares, puedan contribuir mejor a una sólida economía doméstica que combine cultivos de subsistencia y cultivos comerciales. El monocultivo de árboles puede constituir una opción apropiada tan sólo si los hogares tienen acceso a otras fuentes de ingresos o de alimentos, y si existen mercados razonablemente estables para los productos derivados de los árboles.

Sin embargo, los agricultores también valoran los árboles por otros motivos. Los dejan en los campos debido a los valiosos productos comerciales y culturales, así como la sombra, que proporcionan. Los plantan cuando sequías repetidas amenazan los otros cultivos; y también para contribuir a diversificar la producción agrícola a fin de prevenir el riesgo de malas cosechas de un determinado cultivo o de caídas catastróficas de su precio de mercado. Los árboles son una fuente de plantas medicinales y otros productos valiosos. Constituyen también una forma de ahorro al que recurrir en caso de necesidad, para financiar gastos de capital o superar una situación de emergencia. En pocas palabras, los agricultores introducen y mantienen los árboles como una forma de seguro.


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