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La quema

La quema es indispensable para obtener una buena cosecha con un mínimo de trabajo. La quema tiene seis efectos benéficos (Rambo 1981: 5-9).

Los agricultores de corte y quema reconocen que una buena quema mejora la producción del campo de cultivo y reduce el tiempo dedicado al deshierbe. El problema consiste en cómo conseguir una buena quema. Mientras que la selección del sitio y el desbroce son actividades controladas por el agricultor, los resultados de la quema dependen mucho de la buena suerte.

Un agricultor de corte y quema puede escoger y desbrozar el sitio a la perfección, pero puede tener malos resultados porque las lluvias llegaron demasiado pronto como para que el terreno se quemara bien. El interesado es generalmente quien toma la decisión respecto a cuándo se debe hacer la quema; pero, en algunas de las tribus habitantes de los cerros de Tailandia, la decisión es tomada por los ancianos de la tribu, y todo el pueblo quema sus terrenos el mismo día (Keen s.f., Kunstadter 1987).

Es dificil fijar la fecha para la quema porque una «buena quema» debe realizarse una vez que esté seca la madera, pero antes del inicio de las lluvias. En la zona perhúmeda alrededor de la línea ecuatorial, la estación seca puede ser tan breve que no es tal realmente y la quema resulta difcil (Harris 1973: 252). En vez de rezar a los dioses o espíritus para que llueva, en la región ecuatorial la gente pide que deje de llover para que pueda quemarse la vegetación (Vickers y Plowman 1984). Visto que se trata de una decisión tan importante, que tendrá ramificaciones durante todo el resto del ciclo de cultivo tanto en el aspecto de trabajo como en el de productividad, la decisión de cuándo quemar causa muchísima preocupación.

En muchas sociedades que practican el corte y quema, esta preocupación se aplaca mediante los ritos o, quizás más efectivamente, consultando los indicadores ambientales (las hojas que brotan, el avistamiento de aves, etc.) que «señalan» la llegada del momento oportuno para la quema (véase el Cuadro 9) (Richards 1985). Pero, con o sin ritos, esa preocupación es real.

Lo ideal es quemar el terreno precisamente antes que caigan (o aumenten) las lluvias. Si se quema demasiado pronto después del desbroce, la vegetación no se habrá secado lo suficiente y la maleza podría comenzar a reasentarse en el campo quemado. De ocurrir esto, el campo tendría que deshierbarse antes de la plantación (Warner 1981:20). Si la quema es pobre requerirá una segunda quema. En tal caso, se apilará la vegetación parcialmente quemada para volver a quemarla, a veces amontonándola alrededor de las trozas no quemadas. En algunas de las áreas más húmedas este proceso deberá repetirse una y otra vez, hasta que el terreno haya quedado bien quemado. En una comunidad siempre hay agricultores cuyos campos no se han quemado bien, y seria muy raro que alguno de aquellos no hubiese experimentado una mala quema en alguna ocasión (Véase el recuadro 1).

Si se trata de una sociedad en la cual una familia puede tener varios campos de cultivo, por ejemplo, cuando un campo se ha obtenido de un bosque primario y otro del campo de cultivo del año anterior, un terreno podría quemarse antes que otro para aumentar la posibilidad de que uno, por lo menos, se acople con las lluvias (Warner 1981). Este es, también, un intento encaminado a minimizar el riesgo mediante una estrategia de diversificación y variación.

Recuadro 1. La inquietud de la quema y la adaptación: Los Tagbanwa de Palawan

Los Tagbanwa, agricultores de corte y quema integral, consideran que los suelos del interior no son aptos para la agricultura, razón por la cual habitan tradicionalmente los litorales oriental y occidental en el centro de la isla filipina de Palawan. Su ambiente natural está constituido por pequeños valles abruptos, que corren de occidente a oriente desde las montañas y estribaciones del centro de Palawan hasta las playas del Mar del Sur de China. La zona costanera es de aguas superficiales, con arrecifes que se extienden desde la costa hacia el mar. Por la configuración topográfica, los ríos son de corta extensión y fluyen por muchas pendientes.

El clima de la costa occidental se caracteriza pordosestaciones muy marcadas, la estación de las lluvias y la de sequía, cuya duración es aproximadamente igual. Idealmente, la estación seca comienza en octubre y continúa hasta abril. Luego de un período de transición de vientos variables y calma, en junio comienzan a caer las lluvias monzónicas de verano y continúan hasta el mes de octubre. Pero la precipitación pluvial no suele conformarse a este régimen ideal. Si bien los meses invernales (noviembre y diciembre) deberían ser secos, siempre hay la posibilidad de lluvia durante el mes de enero y de que la época de lluvias comience en abril o en mayo, y se suspenda en julio o agosto para reiniciarse en septiembre y continuar hasta febrero.

No sólo hay variabilidad de un año a otro, sino que la hay de un lugar a otro en todo el litoral. Aunque se considera que la costa occidental forma una zona climática, en estos amplios límites hay muchas variaciones.

Los Tagbanwa reconocen que el momento oportuno para la quema es crucial; el terreno seco debe quemarse precisamente antes del comienzo de las lluvias. Porque los terrenos no son generalmente contiguos, la decisión de la quema recae sobre cada agricultor. Al quemarse la vegetación el humo se destaca claramente en el cielo. Todos saben quién está haciendo la quema y dónde la está haciendo, y la tensión aumenta cuando los campesinos visitan sus campos rozados y observan el cielo. Las lluvias llegan desde el oriente; encima del mar se van formando enormes bancos de nubes que obscurecen el horizonte. Cuando los bancos de nubes comienzan a formarse, los terrenos que aún no han sido quemados lo serán, añadiendo sus humos al ya oscurecido cielo. Pero algunos agricultores esperan demasiado y les «coge» la lluvia. Ellos tendrán que hacer una quema secundaria y trabajar más en el deshierbe.

Fuente: Warner 1981.

Cuadro 9. Indicadores locales de la llegada de las lluvias y del momento óptimo para la quema

AMAZONIA

Machiguenga

Cuándo

Indicadores


Regla empírica: con 5 días consecutivos de sol fuerte y caliente se logra una buena quema


Cuando otros queman sus campos, también hay presión para proceder a la quema

No hay ritos.

Ubicación:

La cuenca superior del Amazonas. Como llueve cada mes, los huertos nunca están realmente secos y jamás se queman del todo. Aunque la mayoría de los huertos son quemados en septiembre u octubre, luego de haberse desbrozado en abril o mayo, se queman los huertos durante todo el año (Johnson 1983).

Kuikuru

Después de 2 ó 3 meses de temporada seca; el momento ideal es un mes antes del inicio de las lluvias de modo que mandioca pueda plantarse aprovechando plenamente de las lluvias.

Cuando las tortugas ponen sus huevos en la playa y se ve la constelación afonjo en el cielo, por el este antes de la salida del sol, es tiempo de plantar porque pronto comenzarán las lluvias

lluvias

Ubicación:

Brasil central. Una estación seca muy marcada, sin lluvias, durante dos o tres meses (Carneiro 1983)

Yanoama

Lo más que se puede esperar son unos pocos días asoleados y ventosos.

No hay ritos. No hay un momento bien definido para desbrozar los huertos y quemarlos con mayor facilidad.

«Las lluvias son tan comunes que, por la desesperación, algunos tratan a veces de hacer la quema... después de sólo uno o dos días asoleados y ventosos».

Ubicación:

Tierras altas Parima de Venezuela y Perú, donde no hay una verdadera estación seca (Smole 1989:117).

Siona-Secoya

No hay menos de 60mm de precipitación pluvial, se procura quemar primordialmente durante los 3 meses más secos.

El shamán puede implorara los espíritus que cesen las lluvias para poder quemar los campos.

Ubicación:

El Nororiente del Ecuador. No hay una verdadera estación seca (Vickers y Plowman 1984:19).

Yukpa

La estación seca (diciembre-marzo)

Las primeras lluvias son anunciadas por el canto de la típrina chichara: Cicadidae spp.).

Conocen cuándo llegan las principales lluvias porque florecen las gramíneas de la sabana. La estación seca es anunciada por el árbol tátrimo, cuyas hojas se tornan marrones y caen. En tanto creen que el humo de la quema trae la lluvia, la quema es una actividad comunal. Se ejecutan ritos antes de la quema.

Ubicación:

El norte de Venezuela y Colombia. Una temporada seca muy marcada es seguida por lluvias menores que las principales. El cultivo básico es el maíz, más que la mandioca (Ruddle 1974).

SUDESTE ASIATICO

Tiruray

 

Después de 3-4 semanas

de Temporada seca

 

Las estrellas indican la temporada general para la quema: en cualquier momento, desde la culminación de la conste lación Kufukufu hasta la Seretar. La quema debe hacerse el lunes o sábado; se cree que estos días pertenecen al espíritu del fuego. Sopla el viento.

Ubicación:

Mindanao suroccidental, Filipinas (Schlegel 1979).

Lua'

Queman los campos unas pocas semanas antes de las lluvias

Los lua' evitan quemar durante el tiempo de la luna men guante porque temen que habrá mucha maleza. Las aldeas contiguas coordinan la quema y conocen la fecha aproximada con meses de anticipación.

Ubicación:

El norte de Tailandia (Zinke, Sabhasri y Kunstadter 1978).

En la mayoría de las sociedades que practican esta agricultura, la quema es realizada por los hombres. Si el campo está en la ladera de un cerro y rodeada por bosques, se suele emplear la técnica de comenzar el fuego desde abajo para ir quemando hacia arriba. El fuego se prende con una antorcha en todo el campo, cuidando mucho de los árboles grandes que han sido talados. Si un campo colinda con un campo cultivado se suele iniciar el fuego en el lindero común, para luego dirigirlo hacia el campo rozado.

A veces los fuegos se salen de los límites, pero en casi toda la zona tropical perhúmeda no hay mucha preocupación por ello ni por la posible destrucción del bosque. Esto se explica, en parte, por las condiciones de humedad del bosque en esa zona; el fuego no se extenderá mucho y causará poco daño. En la Amazonía, por ejemplo, las zonas boscosas son tan grandes que los sitios quemados por los fuegos que se han escapado representan una pequeña parte de la selva. Se piensa que el bosque quemado por accidente puede recuperarse con rapidez, especialmente en las áreas más húmedas. En las áreas más secas, los fuegos se extenderán mucho más y pueden causar daños considerables; los árboles grandes se queman y caen al suelo. Pero, aun así, quizás esto no sea un problema. Ya que la caza en estas áreas será buena, el bosque quemado se convierte en un recurso mejorado. Incluso se plantan huertos en los sitios quemados por estos fuegos y se los considera como un beneficio inesperado que puede rendir bien (Ruddle 1974).

Dentro de los campos, la vegetación que fue escogida y salvada durante el desbroce será protegida del fuego. Por ejemplo, el área alrededor de un árbol privilegiado se desbroza para que el fuego no se acerque demasiado y le cause daño permanente. La vegetación protegida permanecerá en el campo durante la época de cultivo y cosecha y llegará a formar parte de la sucesión natural del bosque.

Plantado en un campo de corte y quema.

La plantación

Una vez que se ha quemado el campo desbrozado, hay que decidir cuándo y qué se plantará. Esta decisión es de importancia vital. Después de la quema, los campos contienen una capa de nutrientes que serán arrastrados rápidamente por la lluvia. En las zonas perhúmedas, el agricultor de corte y quema plantará enseguida en el campo quemado. En aquellas zonas donde hay una estación seca es necesario plantar rápidamente -apenas comiencen las lluvias- para que las plantas puedan aprovechar los nutrientes antes de que se pierdan en el sistema. Se ha estimado que, en Africa, una semana de demora en la plantación podría reducir la cosecha en un tercio (Porter 1970). Esta producción reducida se debe a la lixiviación de los nutrientes por las lluvias y, en menor grado, a la mayor escasez de agua a medida que avanza la estación seca. Las semillas sembradas cuando el suelo está seco «echarán extensas raíces, aprovechándose de la efímera presencia de grandes cantidades de fósforo y otros minerales. Los cultivos tardíos, que se desarrollan en suelos más hidratados o saturados, desarrollan sistemas radiculares menos extensos y son más vulnerables a los efectos de la sequía, si ésta llega más tarde» (Porter 1970:193).

La decisión de plantar se complica todavía más cuando hay la incertidumbre si realmente han comenzado las lluvias o si se trata de un breve período de lluvias, al que seguirá otro período seco. ¿Cómo saber si han comenzado las lluvias? Es común para los agricultores de corte y quema de regiones que tienen estaciones secas, contar con «indicios» ambientales que avisan de la próxima llegada de las lluvias. Observan los cambios climáticos reflejados por los vientos, el desplazamiento de las nubes y el color del cielo (rojo durante la salida o la puesta del sol, negro por las tardes, etc.) y comentan sobre todo esto entre ellos (Véase el Cuadro 10).

En Africa occidental, los indicios climáticos se complementan con lo que Richards denomina «indicadores foliares» (la foliación de determinadas plantas) y con el cantar de ciertas aves. En toda Africa y Asia sudoriental, la abundancia de termitas se interpreta como un signo de que «las verdaderas» lluvias han comenzado en vez de las lluvias «falsas», luego de las cuales vuelve la estación seca. ¿Será verdad que estos «indicios» presagian el clima? Se necesitan más estudios para verificar la confiabilidad de los indicios, sobre todo los objetivos, más que los interpretativos, tales como la foliación (Richards 1985). De todos modos, al buscar estos indicios el agricultor se sensibiliza con su medio ambiente, lo cual probablemente le permite una base más sólida para tomar decisiones, disminuyendo sus inquietudes al respecto.

Por cuanto los agricultores de corte y quema tienen una gran variedad de cultivos, pueden escalonar la plantación según las condiciones en las cuales tal o cual cultivo daría los mejores resultados. Primero se plantan aquellos cultivos, o las variedades específicas de cultivos, que pueden desarrollarse bien en condiciones de relativa sequedad, y luego se plantan los cultivos o variedades que necesitan más humedad. Tal como sucede con la quema, si hay más de un campo de cultivo también hay una tendencia a diversificar aún más. Entonces, puede plantarse un campo antes que otro, quizás con diferentes cultivos, con la esperanza de que al menos algunos de los cultivos en uno de los campos se planten en las condiciones más favorables.

Al contrario del agricultor occidental, que emplea un tractor y «trabaja extensiones grandes y parejas... y debe, hasta cierto punto, hacerse a lo que venga», el agricultor de corte y quema trabaja sobre el suelo, puede examinar de cerca cada centímetro del suelo, y puede ser selectivo para que sus cultivos estén bien adaptados al suelo, drenaje, sombra, etc. (Allan 1965: 87). Probablemente sería más preciso decirque el agricultor de corte y quema no solo percibe un campo, sino muchos micrositios, cada uno de los cuales tiene sus propias características. Estas características son observadas y aprovechadas al realizar la plantación (Wilken 1973: Denevan et al. 1984; Conklin 1957; Warner 1981, Salick y Lundberg 1989). Cuando un forastero observa el campo cultivado lo que ve es una mezcolanza de plantas, opuesta a su propio concepto del orden. Pero, para el agricultor de corte y quema, ese campo refleja la variación de suelos en los campos y las plantas que podrán aprovecharse mejor en cada micrositio.

Cuadro 10. Asia sudoriental: indicadores locales del momento oportuno para plantar

 

Cultivo

Indicadores

Tiruray

Arroz

La posición de las principales constelaciones rige en toda la época. Los días precisos para la plantación se calculan según la luna, que indica los días propicios y no propicios.

Ubicación: Mindanao sudoccidental, Filipinas (Schlegel 1979).

Iban

Arroz

Cuando las Bintang Banyak (las Pléyades) aparecen en el cenit, poco antes del amanecer, se inicia la siembra de arroz.

Ubicación: Sarawak (Freeman 1970)

Al escoger un sitio para cultivarlo el agricultor puede proteger los árboles y plantas que ya se encuentran ahí, debido a su carácter comestible, usos medicinales o contenido de fibra, o porque ofrecen otros valores económicos. Pero, además de esto, también le conviene dejar partes de la vegetación existente en el campo para tener sombra, una capa vegetal protectora, protección contra el viento, estacas para las plantas trepadoras, etc. Esta forma de manejo del micrositio altera el clima para los cultivos al formar áreas más extensas con características convenientes (generalmente brindan protección del calor y del sol), y conserva estas características dentro del área de cultivo (Padoch y de Jong 1987; Wilken 1973: 545).

En terrenos muy extensos sería imposible realizar este manejo de los micrositios, pero el tamaño del campo en el cual se practica el corte y quema lo permite. El pequeño campo, que parece tan caótico, es el resultado final de la aplicación de los cultivos antiguos y nuevos, la vegetación preservada, los suelos y el manejo del microclima (Stigter 1984:174).

Esta diversidad es propiciada, además, por la práctica de cultivos intercalados y por la activa creación y conservación de microclimas dentro de los micrositios. Después de una larga historia de haberlos menospreciado como una caótica e ineficiente mezcolanza, los cultivos intercalados han llegado a reconocerse como una estrategia enormemente eficaz para el trópico. No sólo permite que los cultivos se adecúen al micrositio, sino que, al dispersar los cultivos en todo el terreno, se evitan las enfermedades y las plagas. La plantación escalonada de una secuencia de cultivos crea y conserva una capa superior de suelo que protege de la lixiviación al frágil suelo tropical (Rappaport 1971; Harris 1976).

Recuadro 2. Modalidades de plantación en la Amazonía

Las modalidades de cultivo empleadas en la Amazonía han sido analizadas intensamente en muchas publicaciones. Se admitía, en general, que los campos de corte y quema en la zona tropical húmeda se asemejaban al mismo bosque porque en todo el campo había muchas variedades intercaladas. Sin embargo, las investigaciones demostraron que las modalidades de cultivo eran diferentes en la Amazonía (con ciertas variaciones). Los cultivos se plantaban en forma de anillos o agrupaciones, en vez de intercalarse con otros cultivos en el campo.

Esto se explica, en parte, por la interpretación de lo que es un monocultivo: ¿se trata de un cultivo o de una variedad de cultivos? Por ejemplo, la mandioca puede ser el único cultivo dentro de una zona del campo, pero esa zona puede contener muchas variedades de mandioca. Los terrenos de cultivo pueden variar muchísimo, a través de los años, en la calidad del suelo y el drenaje de aguas. En respuesta a esas variaciones, se mantiene activamente la diversidad genética de la mandioca para que exista la mandioca adecuada para el micrositio adecuado (Hames 1983:22-24). «Una plantación sólo de mandioca puede considerarse en sí un policultivo de diferentes cultivares con diferentes patrones de ramificación, formas de follaje y períodos vegetativos» (Boster 1983).

La selección de los cultivos y de las zonas para plantarlos depende de las necesidades específicas de esos cultivos, de su vulnerabilidad a las plagas y de los micrositios presentes en el terreno. Es en relación con estos micrositios que un observador divisa pequeños «plantíos» de la misma variedad dentro del campo de cultivo. Los Ka-apor, porejemplo, plantan las variedades de mandioca de rápido crecimiento, que están expuestas a la destrucción por las hormigas cortahojas, en el centro de sus campos, y plantan las variedades de lenta maduración, que son inmunes a estos insectos, en la periferia. La técnica está concebida para crear la mayor distancia posible entre las hormigas y las plantas que estas prefieren (Baleé y Gély 1989, véase, también, Stocks 1983).

La plantación en círculos podría ser una respuesta a las condiciones ambientales amazónicas y quizás no se practique en otras regiones. Los círculos concéntricos forman una arquitectura orgánica nada común, donde «un círculo de bananos/ plátanos circunda un círculo de mandiocas, el cual a su vez circunda un círculo o anillo de plantas cortas como los cacahuates, batatas, o pequeños cultivos mixtos». Esta modalidad de cultivo se encuentra en áreas amazónicas muy alejadas entre sí (Beckerman 1984, Flowers et al. 1982, Stocks 1983). Los círculos de bananos/plátanos quizás sirvan para proteger la mandioca de sus peores enemigos mamíferos: los agutíes (Dasyprocta punctata), lapas (Cuniculus lapa) y pecarís (Tayassu pecar¡ y Pecarí tajacu). En tanto el banano y el plátano no son nativos, es posible que antes de su introducción se haya desbrozado un círculo alrededor de la mandioca, dejando tierra desnuda para proteger el cultivo porque a esos mamíferos nocivos no les gusta atravesar terreno desnudo. La altura de los árboles de banano plátano engaña a los animales que no ven nada en ese terreno, aunque las plantas están ahí. Si los animales nocivos eran un problema tan grave en esas zonas, las modalidades de cultivo en agrupaciones y círculos ayudarían a proteger las plantas, mientras que los árboles dispersos por el campo fomentarían la depredación (Beckerman 1984).

Los círculos concéntricos de cultivo en la Amazonía también se justifican por su función en el manejo y mejoramiento de los suelos. Entre los Kayapó, el círculo central se dedica al cultivo de una polivariedad de batatas. Este círculo central está sujeto a una quema frecuente, llamada «la quema dentro del campo», que aumenta el nivel de potasio en el suelo. Mediante el aislamiento de las batatas, las prácticas de manejo, tales como las quemas frecuentes, pueden utilizarse sin causar daño a otras plantas. También se colocan sobre las batatas capas de hojas de banano o de otras plantas (prácticas del mulching) llevadas del círculo exterior al círculo interior (Hecht y Posey 1989).

Los Bora agrupan plantas en zonas con árboles frutales, ya sea en el centro del campo o en los terrenos más altos, a la inversa de los círculos «en embudo» que hacen los Kayapó y Ka'apor, en los cuales las plantas más altas se encuentran en la periferie y las cortas en el centro del campo. El sistema de cultivo de los Bora, con agrupaciones de árboles, facilita el deshierbe, la cosecha y el cuidado del huerto frutal, mientras que las áreas periféricas se ponen en barbecho y se convierten en bosque regenerado. La regeneración del bosque con este sistema de corte y quema no está obstaculizada por el huerto, sino que permite incrementar la productividad del terreno (Denevan et al. 1984). Los campos amazónicos de corte y quema suelen mantenerse en producción por más tiempo que sus similares en el sudeste asiático y Africa. Esta diferencia se debe a la mayor dependencia frente a las raíces comestibles y plátanos. La mandioca y la batata se mantienen en producción mediante la plantación de reposición (se vuelve a plantar durante la cosecha) y esto se hace durante dos o, a veces, tres cosechas. Los pequeños platanales pueden continuar produciendo durante cuatro años o más. Al agrupar los cultivos se mantiene la producción en algunos lugares del terreno, mientras que en otros, por ejemplo la periferia arriba indicada, se convierte en parte de la sucesión forestal. Este sistema de cultivo tiene múltiples propósitos y es muy adecuado frente a los suelos pobres, plagas y cultivos de la región.

 

Patrones de cultivo

Cultivos

Barí

Círculos concéntricos

Las plantas más altas hacia afuera y las más bajas hacia el interior

Bora

Zonal, agrupados

Los árboles frutales al centro y/o en terrenos elevados

Candoshi

Círculos concéntricos

Las plantas más altas hacia afuera y las más bajas hacia el interior

Ka'apor

Zonal, angular

La mandioca de rápido crecimiento en el centro.

Kuikuru

Zonal, agrupado

Plantan la misma variedad de mandioca en la misma área

Kayapó

Círculos concéntricos

En la parte central predominan las batatas; el círculo secundario comienza con maíz y se cierra con un policultivo de mandioca/ batata; el círculo exterior contiene ñame, banano, piña, urucu y árboles frutales

Mekronoti

Círculos concéntricos

Las plantas más altas hacia afuera y las más bajas hacia el interior

Mundurukú

Círculos concéntricos

Las plantas más altas hacia afuera y las más bajas hacia el interior

Yanoama

Zonas grandes, las plantas se adecuan a los suelos y a la sombra

Grandes áreas del cultivo básico, el plátano, intercalado con cultivos anuales para crear diversas zonas semejantes al bosque

Yukpa

Zonas con algunos cultivos intercalados

La parte principal del campo se siembra con maíz; las áreas más pequeñas se siembran, a veces, en bloques individuales, tradicionalmente intercalando frejol y maíz.

La secuencia es: maíz, mandioca, plátano.

Fuente: Beckerman 1983b, 1987,Denevany Tracy 1988, Stocks 1983b, Flowers et at. 1982, Carneiro 1983, Balée y Gély 1989, Smole 1989, Ruddle 1974.

El campo de corte y quema de la Amazona y de Asia sudoriental, y en menor grado de Africa, está compuesto por varios pisos y contiene una gran diversidad de cultivos intercalados, asemejándose a la estructura natural del bosque. Los campos son plantados con una diversidad de cultivos y polivariedades de cultivos básicos en todo el terreno (Moran 1981). En la región amazónica es más común encontrar la modalidad de «pequeños plantíos» o zonas de monocultivo, a veces dispuestas en forma circular, que cultivos intercalados en todo el terreno (Véase el recuadro 2) (Beckerman 1983, Beckerman 1984, Hames 1983, Boster 1983). Lo que tienen en común las modalidades de cultivo intercalado y zonal es su afán por establecer rápidamente una capa vegetal protectora, conservar los árboles y plantas que existían en el sitio antes del desbroce, y utilizar polivariedades de cultivos básicos.

Al intercalar una variedad de plantas, el trabajo de plantar y cosechar se prolonga durante más tiempo que el que sería necesario para un solo cultivo. Un agro ecosistema que necesita mucha mano de obra en determinadas enfrenta las limitaciones de una fuerza de trabajo familiar. A veces este factor no se toma en cuenta al analizar las necesidades de mano de obra del multicultivo, en comparación con las del monocultivo. Este último puede exigir un menor aporte de mano de obra en general (según el cultivo), pero cuando ésta se concentra en un corto período, es posible que la familia no pueda cumplirlo (ver Beckerman 1983).

Este problema es recurrente durante la época de las cosechas. Si hay un solo cultivo, o si la mayor parte del campo está dedicada a una variedad de cultivo que debe cosecharse o elaborarse rápidamente (por ejemplo, una sola variedad de arroz), quizás la familia no pueda satisfacer las necesidades de mano de obra. Si no hay la mano de obra necesaria en el momento oportuno, los cultivos podrían no cosecharse o podrirse en los lugares de almacenamiento.

La plantación escalonada y los cultivos múltiples crean una secuencia de cultivos que podrán cosecharse y procesarse en su debido tiempo. Así se «nivela» la demanda de mano de obra, de tal forma que la familia pueda aportar la fuerza de trabajo necesaria (Debasi-Schweng 1974:80). Puesto que las decisiones respecto de cuándo se cortará, quemará y plantará suelen tomarse individualmente por cada hogar, las fases del ciclo de producción agrícola familiar dentro de una comunidad pueden llevar un ritmo distinto, según la decisión de los hogares. Esto permite aunar recursos laborales extrafamiliares dentro de la comunidad, con los cuales se puede contar de vez en cuando, según sea necesario. Está claro que el factor crítico no es sólo la cantidad de fuerza de trabajo necesaria, sino la distribución cronológica del trabajo. Estos agricultores procuran eliminar los momentos de máxima y mínima demanda trabajo y tratan, mas bien, de contar con un flujo de energía uniforme durante todo el ciclo agrícola, mediante la diversidad y variación de los cultivos.

En resumen, el agricultor de corte y quema tiene que decidir cuándo iniciará la plantación, qué deberá plantar y cuál será la secuencia de plantación. Tal como sucede con la quema, la decisión sobre el momento oportuno para plantar está cargada de inquietud; si se planta demasiado temprano o demasiado tarde se necesitarán más brazos para deshierbar y podría ocasionar una menor producción. Sin embargo, estos agricultores se han adaptado a sus condiciones utilizando las plantaciones escalonadas y los cultivos diversificados.

Deshierbando un terreno de corte y quema plantado de acuerdo a un patrón de cultivo circular.

El deshierbe y protección

Se reconoce, desde hace mucho tiempo, que el deshierbe es uno de los factores determinantes de la producción agrícola en el trópico (Chang 1968; Janzen 1973). Los mismos nutrientes creados por la quema y que tanto benefician a las plantas cultivadas, también son sumamente provechosos para las plantas silvestres (Uhl 1983). Se ha estimado que el deshierbe bien realizado puede incrementar la producción en las zonas tropicales y subtropicales casi en un 100 %, e incluso más (Ashby y Pfieffer 1956). Por consiguiente, el deshierbe es un trabajo esencial que debe realizarse para que no disminuyan las cosechas o para que no se pierdan del todo. Puesto que una buena quema elimina las semillas de la maleza, el momento preciso para la quema tiene repercusiones durante el resto del ciclo agrícola. La cantidad de biomasa que se ha quemado también tiene su importancia. La buena quema es la «quema caliente». Esto significa que el bosque maduro se ha cortado, secado y quemado bien y que habrá menos maleza, al menos durante los primeros 6 a 9 meses (Hames 1973:24).

Muchos investigadores mencionan que la infestación de los campos con hierbas, más que el decaimiento de la fertilidad del suelo, lleva a la decisión de dejar de trabajar un terreno de corte y quema. Aunque la quema beneficia al suelo con nutrientes, éstos comienzan a disminuir rápidamente hasta decaer al nivel inicial antes de la quema (Nye y Greenland 1964; Andriesse 1977). La disminución de los nutrientes, primero rápida y luego progresiva, no se considera un elemento tan importante en la decisión de desbrozar otro terreno, como sí lo es la mayor necesidad de mano de obra para deshierbar. Mientras la necesidad de brazos sigue aumentando, a la vez que otras plantas compiten con los cultivos por los nutrientes, va decayendo la producción y, por ende, disminuyendo el periodo de cultivo (Greenland 1974). Finalmente, llega el momento en el cual el trabaj o que se requiere para limpiar el terreno de malezas será superior al trabajo necesitado para desbrozar un nuevo sitio en el bosque (Janzen 1973; Nye y Greenland 1960; Sánchez 1976; véase también, Rambo 1983 y Stayer 1989).

Pero no todas las malezas son iguales. A las malezas se las considera como una parte inevitable de la agricultura (Alcorn 1989). No todas las plantas que parecen no haber sido plantadas son realmente «malas» hierbas. Los agricultores de corte y quema del trópico practican el deshierbe selectivo. Investigaciones en la Amazona han demostrado que la mitad de las especies vegetales en un terreno de corte y quema podrían no haber sido plantadas, sino que estuvieron en el terreno antes del desbroce o aparecieron mientras se le estaba utilizando (Baleé y Gély 1989). Si una planta es útil, se la «deja en el sitio o se la protege... lo que se decida al respecto dependerá de la biología de la especie, de la cantidad de materia vegetal que sea necesaria y de lo que piense el agricultor» (Alcom 1982: 401). Esta plantita voluntaria o «rústica» es un beneficio para el agricultor, quien tendrá una planta útil con poco trabajo.

Se puede dejar que retoñen los árboles existentes en lugar de removerlos, especialmente cuando son útiles pero de lento desarrollo. Las plántulas de especies arbóreas útiles pueden protegerse para cosechar frutos, fibras, etc. en el futuro o porque atraen a los animales de caza (Denevan et al., 1984 Clay 1988). Los árboles que aparecen en un bosque maduro podrían conservarse como fuente de plántulas para fomentar el restablecimiento del bosque (Olafson 1983). Es posible, sin embargo, que las especies leñosas pioneras y las plántulas del bosque primario decaigan durante los repetidos deshierbes del terreno, como resultado de los esfuerzos por impedir que afecten a los cultivos domesticados. Uhl (1983) encontró que en la Amazona, donde se cultivaban campos intercalados de mandioca durante algunos años, el deshierbar varias veces por año iba modificando la vegetación natural del terreno de corte y quema; disminuían las especies arbóreas y arbustivas y se desarrollaban hierbas como maleza dominante. Esto se debía a la capacidad de las hierbas para «germinar, florecer e introducir sus semillas entre uno y otro deshierbe, aumentar su densidad y acumular semillas propagadoras» (Uhl 1983: 75-76). Una vez que se ha establecido el desarrollo herbáceo, es necesario intensificar la labor de deshierbe o decidir si se abandonará el campo, dejándolo a la sucesión, y proceder al desbroce de otro.

Una de las desventajas de esta agricultura es la presencia de animales nocivos. Mientras el agricultor que trabaja campos permanentes está rodeado de terrenos donde crecen los mismos cultivos que los suyos y tiene que preocuparse por las pestes y plagas, el agricultor de corte y quema está siempre preocupado de los pájaros y animales depredadores de sus campos (Poulsen 1978:23). Esta preocupación tiene dos propósitos: impedir la destrucción del campo y, de ser posible, capturar al animal para comerlo. Los mamíferos del bosque pueden ser especialmente destructivos para los cultivos, como son los pecaríes en la Amazona (Carneiro 1983, Johnson 1983). Para contrarrestarla amenaza del pecarí, la principal técnica agrícola consiste en escoger bien el sitio, pues los agricultores de corte y quema creen que la dispersión de los campos limita la depredación animal (Johnson 1983). Dentro del campo pueden plantar árboles de banano y plátanos en círculos, rodeando la periferia, para disuadir a los animales depredadores (Beckerman 1984), o plantar en el centro del campo aquellos cultivos que son más vulnerables a la depredación (Stocks 1983, Balée y Gély 1989).

Así, aunque se estimule el ingreso de animales de caza en el campo en barbecho con atractivos como fruta caída y raíces comestibles, el agricultor de corte y quema se encuentra librando permanentemente una lucha para mantener a su actual campo libre de animales nocivos. La lucha puede ser más seria si el terreno está rodeado de bosque, como en la Amazona, o por monte abierto como en Africa. Los sitios de cultivo en bosques maduros, preferidos por estos agricultores, brindan una buena cubierta para los animales y permiten que entren a los campos cuando no hay nadie para ahuyentarlos. A fin de combatir a los depredadores, el agricultor de corte y quema construye casetas de vigilancia, coloca trampas, confecciona espantapájaros, tala los árboles que albergan nidos, construye cercas (Carneiro 1983) y pasa horas esperando... y esperando.

Los pájaros, como el tejedor africano, pueden devastar un campo de arroz y mijo. En muchas sociedades de agricultores de corte y quema, los niños más grandes de la familia se ocupan de ahuyentar a los pájaros, tarea que exige horas de vigilancia y poca habilidad, para que los adultos puedan realizar otras actividades.

Los investigadores que han intentado ejecutar ensayos prácticos en el trópico, tropezaron con los mismos problemas de protección de los cultivos que los agricultores de corte y quema. Nye y Greenland (1964) mencionan la pérdida casi total de una parcela de ensayo de mandioca y taro por la depredación de los roedores de la caña de azúcar; y Maass et al (1988) estimó que una manada de pecaríes (Tayassu tajocu Alston) destruyó el 80% de una parcela de ensayo de maíz.

Cosechando arroz en el sudeste asiático

La cosecha, rendimiento y procesamiento

Si el campo de corte y quema ha sido plantado con muchos cultivos de diversas variedades, cada cultivo se cosechará a medida que vaya madurando. La época de cosecha de los cultivos de semillas (arroz, mijo, maíz) es menos flexible que la de los cultivos de raíces comestibles. Una de las ventajas de estos cultivos, especialmente de la mandioca, reside en que pueden «guardarse» en la tierra y cosecharse según las necesidades. Sin embargo, cultivos como el maíz y el arroz deben cosecharse con relativa rapidez y guardarse luego. Aun así, es posible evitar una gran intensidad de mano de obra sembrando diferentes variedades de plantas de semilla, algunas de las cuales maduran más rápidamente que otras. Las diversas variedades madurarán y estarán listas para cosecharse en diferentes momentos, semanas e incluso meses, y no en algunos días (Warner 1981). Las ventajas de la diversificación de campos y cultivos y las secuencias de plantación se extienden por todo el sistema, desde la selección del sitio de cultivo hasta la cosecha.

El rendimiento de las cosechas varía según el clima, selección de cultivos, mano de obra, enfermedades, animales nocivos y sitios de cultivo. Los rendimientos serán mayores si el sitio desbrozado está en un bosque maduro, porque se tendrá una mejor quema, menos malezas, etc. El rendimiento de algunos cultivos, como el arroz, va decayendo con cada siembra sucesiva; mientras que otros, como la mandioca, no parecen sufrir ninguna merma (Nietschmann 1973). Incluso si los rendimientos disminuyen con cada plantación sucesiva, también podría disminuir la necesidad de mano de obra y habría una ganancia neta de todos modos. En un lugar de América Central se encontró que al segundo año los campos agrícolas proporcionaban solamente el 40-50% de las calorías que podían obtenerse de un campo nuevo, pero con sólo el 30% de aporte de mano de obra (Nietschmann 1973: 148).

El objetivo principal del agroecosistema de corte y quema integral se logra mediante una combinación de campos, cultivos y mano de obra, que produzca suficientes plantas de cultivos para subsistencia. Esos sistemas producen lo que se ha denominado «un excedente normal», ya que el sistema está orientado a la producción. «Por consiguiente, hay un excedente en un año' normal', no hay ninguno en un inusual año de malas cosechas y hay escasez o hambruna en un año de pésimas cosechas»(Allan 1972b: 222). Aun así, en un año malo inusual existen otros subsistemas que pueden utilizarse dentro del agroecosistema de los agricultores de corte y quema. Es posible intensificar la caza, pesca y recolección hasta la próxima cosecha de los cultivos. Estas otras opciones hacen posible la estabilidad y sustentabilidad de estos agroecosistemas.

La sucesión natural resulta en una regeneración del bosque si el campo no ha sido utilizado por mucho tiempo o si no es demasiado grande

Algunas plantas cultivadas necesitan poca elaboración: las patatas y batatas solo deben cosecharse y prepararse hirviéndolas en agua o asándolas sobre el fuego. Pero otras necesitan horas de trabajo antes que puedan comerse. Debido al contenido venenoso de la mandioca, hay que rallarla, exprimirla y luego convertirla en una torta (América Latina), o en gachas (Africa). El arroz también es un cultivo de mano de obra intensiva; después de la cosecha, el arroz se lleva a la casa o granero, donde se lo trilla y almacena, manteniéndolo seco para que no se eche a perder. Durante todo el año la aldea estará salpicada de esteras cubiertas de arroz, porque cada hogar irá sacando su arroz almacenado y lo pondrá a secar. El arroz trillado tiene que descascararse y limpiarse. Pero, como el arroz descascarado no se conserva bien, generalmente se preparan pequeñas cantidades cada semana, e incluso cada día, de modo que la demanda de mano de obra necesaria para descascararlo y limpiarlo se extiende a lo largo del año.

La sucesión y rotación

Para que un agroecosistema de corte y quema pueda continuar es necesario que los antiguos campos de cultivo se integren nuevamente al bosque (Moran 1981:55). En la zona tropical húmeda la sucesión natural trae consigo la regeneración del bosque, si el campo no ha sido utilizado por mucho tiempo o si no es demasiado grande (Manner 1981: 372). Pero, ¿cuánto tiempo demorará la sucesión forestal? ¿cuáles son sus mecanismos?

En un estudio amazónico se descubrió que, inicialmente, el sitio de cultivo había sido colonizado por plantas herbáceas anuales, pero luego de un año especies pioneras comenzaron a hacerles sombra y prevalecer. Estas especies

eñosas pioneras se propagaron por semillas del bosque adyacente. El establecimiento de las especies leñosas recibe ayuda de los microhabitats (micrositios), por ejemplo, los árboles frutales y troncos que proporcionan un microclima favorable para las plántulas (Uhl 1983; Wilken 1972). Los propios árboles frutales sirven de centros para la dispersión de semillas porque atraen a los pájaros y murciélagos que las propagan al alimentarse. La sombra de los árboles protege a los plantones de los rayos directos del sol y, con el paso del tiempo, estas «islas de vegetación leñosa» van expandiéndose hasta tocarse y formar una cobertura de segunda formación. Estos primeros árboles mueren después de 5 a 10 años y son gradualmente sustituidos por las especies forestales de lento crecimiento. Uhl estimó que debían transcurrir unos 100 años para que los campos cultivados vuelvan a constituir un bosque primario, y recalcó la importancia de los micrositios con árboles y troncos para el restablecimiento del proceso (Uhl 1983:75-78).

¿Cuál es el papel del agricultor de corte y quema en la regeneración del bosque? Hasta hace poco, la opinión imperante era que este agricultor «sencillamente dejaba que la naturaleza siguiera su curso» y «abandonaba» el terreno para que se regenerara. Dicha opinión está siendo cuestionada en la actualidad por los estudios que resaltan el manejo ordenado que el agricultor practica activamente para producir la sucesión en el barbecho. En el estudio citado, los árboles frutales plantados/protegidos por el hombre hacen posible que las especies leñosas se restablezcan en el campo de corte y quema (Uhl 1983). Se está reconociendo que esta manipulación de barbechos dentro de la agricultura de corte y quema, la cual comprende «una combinación de cultivos anuales, cultivos arbóreos perennes y la repoblación natural del bosque», representa una forma de agroforestería, llamada «tradicional» o «indígena» (Denevan y Padoch 1988a: 1; véase también, Olafson 1983; Denevan et al. 1984; Padoch y de Jong 1987).

Muchos grupos reconocen la importancia de preservar los árboles en el terreno, aunque puede ser por su utilidad inmediata (para frutos, soporte de plantas trepadoras, microclimas para plantas de sombra, etc.), por la regeneración forestal, o porque atraerán a los animales de caza en el futuro, más que para evitar la erosión del suelo (véase Wilken 1972; Conklin 1957; Geertz 1963; Watters 1960; Vermeer 1970; Harris 1976). El agricultor de corte y quema puede manipular activamente la sucesión para que determinados árboles preciados sean los dominantes. Lo puede lograr mediante el deshierbe selectivo o, lo que es menos común, plantando los árboles preferidos para que pueda establecerse la sucesión deseada.

Los Siane de Nueva Guinea, por ejemplo, fomentan el crecimiento del árbol de casuarina, limpiando los huertos para que la gramínea Kunai no desplace a los pequeños plantones de casuarina. Este deshierbe selectivo ayuda a que los plantones de los árboles se establezcan y puedan sobrevivir. Los árboles de casuarina que se encuentran en los huertos suelen ser arbolitos silvestres, pero serán plantados en los lugares donde no surgen de manera espontánea (Olafson 1983: 156-157 cita a Salisbury 1962: 43). Este deshierbe selectivo inicia el patrón básico de la sucesión en los campos productivos en barbecho.

Aunque la plantación de árboles para enriquecer la tierra en barbecho es poco frecuente, comparada con el procedimiento casi universal de cuidar la vegetación preexistente o las plantitas rústicas, de todas maneras se practica. En Nigeria, los Ibo plantan Acioa barterii, y los Iboibo plantan Macrolobium macrophyllum entre las plantas de mandioca y batata para acelerar el barbecho. En Nigeria también se cree que Glicidia sepium acorta en dos años el barbecho necesario y se le utiliza como puntales para las batatas, los cuales al brotar se establecen en los campos de cultivo (Benneh 1972, Weinstock 1985, Getahum et al. 1982). La baja frecuencia de la plantación de árboles, comparada con el manejo de los existentes, puede estar relacionada con la percepción de los recursos disponibles. Entre los agricultores integrales de corte y quema hay el deseo de incrementar la diversidad de recursos y fomentar la sucesión de plantas útiles en el terreno en barbecho. Quienes han desbrozado y sembrado el campo tienen derechos de cosecha. Sin embargo, cuando la sucesión ha llegado a determinada etapa de evolución, generalmente después de 10 añoso más, estos derechos pueden ir desvaneciéndose o perder toda vigencia, especialmente si hay grandes extensiones de tierras aptas para la agricultura que pueden utilizarse en el futuro, o si la aldea se traslada o los hogares cambian de residencia con frecuencia.

Sin embargo, lo mencionado se aplica al barbecho mejorado y no a la plantación de cultivos comerciales. En Africa, donde ya es corriente cultivar plantas para la venta y se sienten los efectos de la escasez de tierras, los derechos a la tierra son más formales y más disputados. El agricultor nigeriano que planta matorrales como barbecho vivo deja sentados sus derechos a utilizar esa tierra para sus cultivos; esa tierra no quedará en barbecho el tiempo suficiente para que se establezca el bosque, ni para que vuelva a la «reserva común» de tierras aptas para la agricultura de corte y quema (Benneh 1972).

Aunque diferentes grupos de cultivadores de corte y quema en distintas regiones desarrollan localmente patrones preferidos de sucesión, el proceso básico es similar: deshierbe selectivo y, en algunos momentos, plantación de árboles para crear una sucesión que será útil a través de todas sus etapas. Es una estrategia «diseñada para resolver el dilema de un agricultor de corte y quema, de cómo mantener la producción en el campo en el momento que decae el ciclo de cultivo, mientras al mismo tiempo se permite la regeneración natural» (Denevan et al 1984:349, Harris 1976).

Hasta hace poco tiempo este manejo activo no había sido tomado muy en cuenta por la concepción que tenían de él quienes no son parte del agroecosistema de corte y quema. A los terrenos en barbecho se los llamaba (y se los sigue llamando) «abandonados», término que da la impresión que ese campo de cultivo itinerante no servirá para nada más y que el agricultor de corte y quema no hará nada más con el sitio. Por esa falta de comprensión se prestó poca atención al campo de barbecho y a su forma de manejo (Padoch y de Jong 1987: 179). El campo, en vez de estar abandonado, evoluciona progresivamente desde un terreno «dominado por plantas cultivadas hasta un viejo barbecho compuesto enteramente por vegetación natural» (Denevan et al. 1984: 347). Este proceso entraña la transformación de un campo productor de legumbres en un campo productor de animales, materiales para construcción, plantas medicinales, etc. (Beckerman 1983: 7). El manejo aplicado a los barbechos en terrenos de corte y quema puede ser no periódico e informal (Padoch y de Jong 1987:180) y podrían fácilmente pasar inadvertidos para los investigadores que permanecen en una comunidad sólo uno o dos años. Sin embargo, el impacto de este manejo practicado por los agricultores migratorios no puede pasarse por alto.

La selección de los componentes bióticos del barbecho se efectúa mediante la protección de las plantitas rústicas, la plantación y el deshierbe, y el bosque resultante es principalmente antropogénico (Denevan et al. 1984; Nigh y Nations 1980; y Gordon 1982: 73-78). El agricultor de corte y quema manipula activamente el proceso natural de sucesión para incluir más especies útiles de las que habría en el curso de una «sucesión natural» (Irvine 1989). Este tipo de manejo del bosque ocasiona una «perturbación intermedia» que no lo destruye ni lo utiliza, y hace posible el uso sustentable de los recursos en las diferentes etapas del restablecimiento y conservación del bosque (Nations y Nigh 1980, Denevan y Padoch 1988). Durante el proceso de sucesión, para reintegrarse al bosque, el campo sigue proporcionado fibra, hortalizas, plantas medicinales, etc., y constituye un componente integral y necesario del agroecosistema (Hoskins 1982).

Existen extensos bosques antropogénicos como resultado de este tipo de manejo de recursos. Los bosques tropicales, considerados antaño como bosques «vírgenes» (nunca talados) se conceptúan actualmente como bosques «maduros» :que fueron cultivados por el hombre alguna vez. Spencer (1966) plantea que los bosques maduros del sudeste asiático probablemente no son vírgenes, y el mismo planteamiento tiene Richards (1 973b) respecto a Africa; mientras que Denevan et al. (1984; 347) sugiere que «en el pasado grandes zonas de bosques tropicales tienen indicios de haber sido manipulados, tanto por la diversidad de especies que son útiles para los habitantes de. la región cuanto por la existencia de agrupaciones de árboles que no estarían presentes en una sucesión natural» (véase Denevan 1984, Getahun etal. 1982, Benneh 1982, Okigbo y La] 1979).

Algunos bosques no existirían sin la intervención humana. Grupos como los Kayapo han creado islas boscosas para contar con fuentes de alimentos y abrigo durante sus largas caminatas por la sabana. Después de haber escogido una pequeña depresión sabanera que conserva agua de lluvia, los Kayapo llevan material orgánico al sitio de cultivo y lo mezclan con termiteros y hormigueros molidos. Utilizan estos montículos para plantar semillas, plántulas o esquejes. Gradualmente estas islas se van ampliando con más material orgánico, hasta crear extensas islas forestales en la sabana. Estas islas son creaciones totalmente culturales, ya que no existirían sin las prácticasde manejode los Kayapo (Posey 1984, 1985. Anderson y Posey 1989). Aun cuando las técnicas locales de cultivo sean poco perceptibles, sus efectos no lo son.

En resumen, para el agricultor de corte y quema su campo de cultivo es un «claro en el bosque» que volverá a repoblarse mediante la sucesión. Al plantar o proteger en su campo las especies preciadas, la sucesión incluirá plantas que son más útiles para el agricultor que las que habría en una sucesión «natural». El agricultor de corte y quema quiere que el bosque se reproduzca, porque sin él esa área dejaría de formar parte de un futuro ciclo de cultivo migratorio. Por tanto, al desbrozar y manipular la sucesión para reintegrarla al bosque, el agricultor migratorio no tiene el propósito de destruir sino de obtener una cosecha continua de plantas cultivadas en el camino de un nuevo bosque de gran diversidad y con rodales de árboles muy preciados.


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