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6. LA TENENCIA EN LAS TIERRAS DE PROPIEDAD COMUN (EJIDOS)

ACERCANDOSE AL EJIDO

A veces el bosque puede ser una tierra de nadie, cuando el uso se hace sobre la base de «el que se adelanta llega primero». En tales casos, es posible que existan modalidades observables de uso de la tierra, pero no de derechos de uso (Moench, 1988). Garret Hardin (1968) expone la tesis de la «tragedia del ejido», afirmando que los recursos de tenencia colectiva son inevitablemente sobreexplotados y deteriorados. En una situación de verdadero acceso abierto, este peligro es evidente, pero la forma en la cual Hardin emplea el término «ejido» -con sus connotaciones de propiedad comunal y posibilidad de un control comunal- en una situación de acceso abierto descontrolado, es desafortunada y engañosa.

La situación del verdadero ejido va en contra de una situación de acceso abierto. Es, más bien, una propiedad de tenencia y uso colectivo de una comunidad identificable. Un bosque comunal es un ejido, tal como lo es un bosquete local o un pastizal comunal con árboles. El concepto del ejido presupone la existencia de una comunidad, que es la dueña del ejido y cuyos miembros son las personas con derecho para utilizar el ejido. La naturaleza misma de «propiedad» entraña un derecho poseído frente a y en contra de otros, los que no son miembros de la comunidad. La autoridad para excluir de la propiedad colectiva a quienes no son miembros puede resultar difícil y/o costosa de ejercitar, pero el derecho de exclusión es esencial en el concepto de propiedad colectiva. La propiedad comunal sienta la base para el manejo del uso por parte de los miembros, y la posibilidad de controlar y restringir el uso en el interés común.

Hemos alcanzado una comprensión mucho mayor del manejo de una propiedad común mediante las investigaciones realizadas en la última década. Estos conocimientos más profundos deben aplicarse al manejo de los árboles como propiedad colectiva. Las dificultades que plantea este manejo serán diferentes, de acuerdo con el caso. La escala es un factor -compárese la dificultad que representa el manejo de un bosque comunal grande con el manejo de un bosquete local-. Pero, el manejo jamás será una tarea sencilla. La triste trayectoria de una generación de proyectos de bosquetes locales ha motivado a los planificadores de proyectos a estudiar la teoría de la propiedad colectiva para comprender por qué sus esfuerzos fracasaron tan malamente (Bruce y Noronha, 1987: 136-139).

Los planes e ideas preconcebidas de observadores externos han tendido a mantener el desarrollo forestal comunitario en la invisibilidad. Los chinos, por ejemplo, han estado preocupados por los bosques y los efectos de la deforestación durante siglos. Pero los observadores, tanto chinos como europeos, proporcionaban solo una información fragmentaria sobre las prácticas forestales de las comunidades locales, requiriendo un esfuerzo heroico para tener una visión, aunque fuera mínima, del control comunal sobre los bosques.

En el siguiente extracto, Manzies nos informa sobre el caso de China. Los gobiernos nacionales y estatales no tienen ninguna razón especial para reconocer los derechos y la competencia de los silvicultores comunales porque, históricamente, los gobiernos centrales han estado pugnando con las comunidades locales y su gente para controlar las tierras forestales. Durante siglos y en todo el mundo, los campesinos y el Estado han estado pelando en el bosque (Fortmann y Bruce, 1988: 273).

Manejo comunal tradicional de las tierrasforestales de uso común en China

La mayor parte de los ejemplos de «tierras de uso común» podrían describirse más adecuadamente como casos de propiedad comunal o local. En un estudio de manejo forestal que se efectuó en la provincia de Shanxi, Ren Chentong (1925) señaló tres categorías de propiedad: la propiedad perteneciente a una sola aldea, la propiedad perteneciente a varias aldeas que aprovechaban las tierras en forma colectiva, y la propiedad perteneciente a un clan. Estimó que la clave del manejo de los bosques locales radicaba en sus normas claras e inequívocas. En un caso particular, los aldeanos habían ideado un complejo sistema de manejo mediante el cual la ordenación silvilcultural y organizacional se enlazaba para garantizar una cosecha sostenida de los productos forestales. Cada una de las 18 aldeas que manejaban colectivamente el área de Mian Shan escogía un funcionario para representarla en el órgano de gestión. Los miembros se subdividían en tres grupos, cada uno de los cuales estaba constituido por seis funcionarios. Un grupo estaba encargado de la supervisión del manejo forestal durante un año, en forma rotativa. Un funcionario de cada grupo quedaba a cargo de los asuntos comerciales durante el año, también en forma rotativa. Había dos ciclos: un ciclo corto de tres años (con un comité diferente cada año), y un ciclo largo de dieciocho años (con un funcionario comercial distinto). Al término de cada ciclo corto, los tres comités convenían conjuntamente en una cosecha selectiva de los árboles más grandes, mientras el clareo y el mantenimiento se llevaban a cabo cada año bajo la supervisión del comité designado para ese año. (Ren, 1925: 4). Otras dos aldeas tenían estatutos inscritos en piedra por los aldeanos hace aproximadamente un siglo. Según los estatutos, los ingresos obtenidos del bosque se emplearían específicamente para el funcionamiento y mantenimiento de una escuela para los niños de la aldea. Se incluía un sistema explícito de delegación de responsabilidades de gestión a un comité de miembros de la aldea. Este comité adoptaba sus decisiones ante toda la aldea en reuniones especialmente convocadas para el efecto en el templo (no está claro cómo se escogía a los miembros del comité).

Nicholas Menzies, «A Survey of Customary Law and Control Over Trees and Wildlands in China», en «Whose Trees?: Proprietary Dimensions of Forestry>>, Eds. L. Fortmann y J.W. Bruce (Boulder: Westview Press, 1988), en p. 57).

¿Por qué nos importan los árboles en el ejido? ¿No sería posible concentrarnos, exclusivamente, en el predio para satisfacer las necesidades forestales? Hay una variedad de situaciones en las cuales el desarrollo forestal comunal sigue satisfaciendo importantes necesidades: (1) cuando los presuntos beneficiarios no tienen tierras o no pueden plantar en sus predios -por otras razones- la silvicultura en los terrenos comunales puede ser la única posibilidad de llegar a ellos; (2) cuando los árboles son de especies que exigen un cuidado frecuente y complejo, quizás con equipo especial, estos podrían plantarse, cuidarse y aprovecharse en el bosquete comunal por unas pocas personas capacitadas que representen a la comunidad; o (3) cuando hay la intención específica de generar ingresos mediante la silvicultura para financiar actividades comunales que son necesarias. Aún si los árboles se cultivan en predios individuales, el vivero podría estar ubicado en un ejido.

¿Cómo procederemos para examinar la tenencia de los árboles en un ejido? El manejo de un ejido tiene una dimensión comunal que no puede captarse únicamente por medio de entrevistas al hogar. Debe abordarse, inicialmente, mediante las entrevistas a pequeños grupos e informantes claves, según se planteó en este trabajo. Puesto que una familia podría tener múltiples tenencias de tipo multiparcelario, también una comunidad podría tener más de un ejido. Podría tener dos terrenos ejidales con el mismo régimen de tenencia, o varios ejidos con diferentes usos y sujetos a diferentes normas de tenencia. Podría, por ejemplo, tener un bosque comunal; un pastizal comunal en el cual hay árboles; y, también, intersticios no cultivados entre las parcelas y predios. Hay que determinar cuáles son estas áreas ejidales y justipreciar sus varios usos. Hay que identificar el grupo encargado de la gestión, comprender claramente su composición, evaluar su naturaleza institucional y su potencial, y estimar sus diversos mecanismos de control del comportamiento de sus miembros. La siguiente hoja intercalada, tomada de un trabajo de Bruce y Fortmann, describe algunas de estas necesidades de información en mayor detalle.

La tenencia de los árboles o del ejido también deberá examinarse desde el punto de vista del hogar. La tenencia de los hogares se extiende hasta el ejido; los hogares que forman parte del grupo tienen derecho a utilizar el ejido y podrían incluso tener derechos específicos sobre determinados árboles del ejido, con arreglo a algún sistema de tenencia de árboles. Es necesario evaluar la medida en la cual esos derechos ofrecen incentivos efectivos para que los hogares y las personas respalden y observen las normas que rigen el uso del ejido.

Tres de las siguientes secciones tratan sobre el diagnóstico de las actuales realidades y la capacidad de gestión de la propiedad colectiva de los árboles y las tierras en las cuales estos se encuentran. Apuntan la importancia de identificar claramente a la «comunidad», haciendo un diagnóstico de las diversas instituciones y comprendiendo sus mecanismos de control. La cuarta examina la diversidad de intereses que los hogares podrían tener en un ejido y cómo esto puede afectar la dedicación sobre su manejo.

IDENTIFICACION DE LA COMUNIDAD

No se puede comenzar a pensar en la gestión de la propiedad comunal, a menos que se tenga una idea clara de lo que es la comunidad que controla el recurso. Desafortunadamente, los informes de los consultores y los documentos de proyectos pueden ser muy imprecisos al respecto. En general, no resulta muy difícil ponerlo en claro, pero los asesores muchas veces trabajan con presuposiciones dudosas basadas en su experiencia en otros lugares y jamás se adentran rigurosamente en el tema. En algunos casos, el asunto será complejo. El control comunal de los recursos se relaciona, principalmente, con comunidades geográficamente delimitadas en las cuales los vínculos de parentesco sustentan los vínculos territoriales. En esta época de gran movilidad poblacional y de extensa interdependencia económica, se ha vuelto difícil definir lo que es una comunidad y lo que es la condición de miembro de la comunidad para que tenga validez.

Aún si tomamos el significado de comunidad como un lugar geográficamente determinado, la condición de miembro de la comunidad podría estar definida por la residencia actual o anterior, por la posesión efectiva de propiedades, por lazos de parentesco, o por alguna combinación de esos factores, abarcando toda una serie de formas institucionales de nivel comunal que se dedican a la plantación de árboles. En ciertas sociedades, la plantación de árboles puede estar organizada por comunidades, grupos pequeños, asociaciones, grupos etarios, comunidades religiosas y grupos de mujeres (Cernea, 1985). Cualquier persona puede pertenecer a varias comunidades, de mayor o menor importancia. La definición de la condición de miembro de una comunidad determina quién puede pretender al uso u ocupación de los recursos comunales. Los límites establecidos por la definición de la condición de miembro, si es que se los puede hacer valer, sirven para regular las presiones sobre los recursos. Las comunidades Yoruba han señalado a los «forasteros» como una categoría aparte de residentes, los cuales tienen un conjunto restringido de derechos a los recursos de la comunidad (Lloyd, 1962; Berry, 1975). Las comunidades suizas también han circunscrito el acceso a los pastizales comunales de verano y bosques, permitiéndolo únicamente a sus propios ciudadanos. Esta categoría ya consta en documentos escritos en 1473 (Netting, 1981: 60). Por consiguiente, la residencia e incluso la posesión de una propiedad privada en la aldea no entrañaba, necesariamente, el acceso a la propiedad comunal. El primer paso importante para la comprensión del manejo del ejido consiste en identificara la comunidad que puede usar y controlar el uso de un recurso.

El ejido o área de propiedad comunal

La sabiduría convencional, bajo la influencia de las obras de Garret Hardin, tiende a presuponer que el ejido es un lugar donde la tenencia es caótica. Las investigaciones sobre sistemas pastorales han demostrado que eso no es así. Ello no obstante, el uso de los árboles del ejido y el uso del ejido para la plantación de árboles han sido investigados con menos rigor...

Para investigar la tenencia en los ejidos, hay que pasar por una fase de documentación. ¿Quién tiene derechos y cuándo? ¿Quién hace observar las restricciones? ¿Qué se hace con quienes no aportan pero quieren sacar ventaja? ¿Qué se hace cuando entran intrusos? ¿Se establecen distinciones de acuerdo con las relaciones políticas o económicas influyentes de tal persona? Esa investigación exige mucho cuidado porque en algunos sistemas las diferencias de clase o casta llegan a su máxima expresión en ese escenario. Es posible que terrenos comunales hayan sido tomados por la fuerza por familias poderosas. Quizás, los pobres ganen su sustento ahí en formas que no han sido autorizadas ni advertidas por las autoridades locales. O quizás el Estado no reconozca en absoluto el derecho de la comunidad al ejido y quiera hacer valer algún derecho sobre éste.

Una vez que se haya identificado el sistema existente de usos y derechos y el reglamento, deben considerarse otras cuestiones más. ¿Ofrece el ejido algún tipo de seguridad a los pobres para que el Estado pueda abstenerse de redistribuir los recursos de tierras tan desigualmente distribuidos? ¿Hay usos conflictivos? Por ejemplo, ¿cómo coexisten actividades tales como el pastoreo y la producción forestal? Una posibilidad sería la de incluir árboles de forraje de monte bajo en la composición de especies. Hay que encontrar medios para fortalecer y legalizar los derechos de uso. Más aún, hay que determinar los medios que sirvan para normar el uso del ejido por propios y ajenos. ¿Deberían asignarse derechos de uso a personas, grupos o comunidades? ¿Deberían corresponder esos derechos a determinados árboles, a toda el área de recursos, o a productos o actividades específicos?

John Bruce y Louise Fortmann, ,Tenurial Aspects of Agroforestry: Research Priorities», en Land, Trees and Tenure, Ed. John B. Raintree (Madison y Nairobi: Land Tenure Center and International Council for Rsearch in Agroforestry, 1987), en pp. 392-393.

¿Cómo se puede recoger información que defina a la comunidad en relación con el ejido? En las entrevistas a los grupos e informantes claves, se podría comenzar con una serie de preguntas como las siguientes:

Aunque las tierras de uso común suelen estar situadas a una cierta distancia de las aldeas, huelga decir que es necesario visitarlas. Una gira de observacón de los ejidos puede brindar mucha información sobre el nivel y eficacia del control comunitario del ejido. Por ejemplo, ¿están todos bastante seguros de conocer la ubicación y los límites del ejido o tendrán que discutirlo mucho?

LA VARIEDAD DE INSTITUCIONES

En este contexto, la institución significa organización. Los grupos pueden estar organizados de maneras muy diferentes y muchos diferentes tipos de grupos enfrentan la tarea de manejo del ejido. La manera en la cual la comunidad local se organice como institución para manejar el ejido creará limitaciones y oportunidades para el desarrollo forestal comunal. La institución puede seguir un modelo tradicional o constituir una innovación organizacional para la comunidad; una cooperativa, por ejemplo. Las autoridades tradicionales no se han mostrado indiferentes ante la destrucción de los recursos de cuya productividad continua depende la vida de sus pueblos. Pese a que sus esfuerzos conservacionistas se han visto abrumados, en ocasiones, por el peso de las fuerzas económicas, es importante advertir que también han empleado a veces sus poderes de administradores tradicionales de las tierras para tratar de conservar los árboles (Schapera, 1943: 416, Duncan, 1960: 95).

La corriente del pensamiento actual plantea que las modalidades de propiedad colectiva se dan cuando la población usuaria vive cerca del recurso y esta es relativamente pequeña. En tal caso, la oferta es moderadamente escasa en comparación con la demanda y está sujeta a usos múltiples que exigen una gestión y coordinación. Los grupos parecen sobrevivir cuando: tienen normas muy bien definidas que tanto los usuarios como los personeros hacen cumplir; mecanismos institucionales internamente adaptables; la capacidad para encajar en organismos externos a fin de desenvolverse en un medio externo; y diferentes normas para adoptar decisiones con finalidades diferentes. Y sería mejor si estuvieran sujetas a un lento cambio exógeno (Ostrum, 1986).

Si esos sistemas fracasan, esto se debe generalmente a que las medidas gubernamentales o las nuevas fuerzas económicas han minado la autoridad de los administradores tradicionales. El manejo de un ejido tiene que depender, hasta cierto punto, del personal forestal estatal y de la comunidad local e instituciones locales para que las plántulas sobrevivan. El personal forestal del Estado suele tener únicamente una presencia local esporádica y una autoridad efectiva limitada. Para que un forestal profesional ejerza un control a nombre de la comunidad suiza descrita por Hosmer (1922), la producción forestal debe ser suficiente para pagar un salario. Es frecuente que las autoridades locales y los forestales coexistan en una relación incómoda. En un programa de bosquete comunal en Lesotho, examinado por Turner (véase la página intercalada) solo una pequeña fracción de los árboles han sobrevivido. No se trata de sugerir que los programas forestales nacionales no tengan una función que desempeñar. El extracto tomado de Opensahw y Moris brinda ejemplos de un manejo forestal «descentralizado» y provechoso que funcionó con dirección centralizada en China y Corea del Sur.

¿Cómo podemos proceder para averiguar sobre las instituciones que administran los diversos ejidos que pueden existir dentro de una comunidad? En la práctica, es difícil separar esta cuestión de la siguiente pregunta: ¿cuáles son los mecanismos empleados para controlar el uso del ejido? Al final de la siguiente sección hay una serie de preguntas que se refieren a ambos aspectos.

MECANISMOS DE CONTROL

En el transcurso de los últimos años, se han ido adquiriendo muchas experiencias bastante decepcionantes en materia de «desarrollo forestal rural». En algunos casos, los árboles se plantaban para controlar la erosión; en otros, se plantaban en «los bosquetes comunales» para tener leña. Los árboles para los bosquetes comunales se plantan, generalmente, en los terrenos comunales cerca de la aldea, pero si el objetivo es controlar la erosión, la plantación se haría en las laderas de las montañas que se utilizan principalmente como pastizales colectivos. En relación con el Sahel, Thomson analiza (en el siguiente extracto) lo que denomina la «falacia del bosquete comunal» y relata el escepticismo de los aldeanos respecto de la factibilidad de una acción colectiva local. Ha sido difícil organizar la protección y el destino final que se dará a los árboles plantados en tierras comunales, si bien es verdad que la cuestión se ha abordado con ingenuidad (Brain, 1980; Noronha, 1980; Noronha, 1981; Blair, 1982; Hoskins, 1982). Está claro que se subestimaron las dificultades inherentes a esa tarea. Hay pocos elementos de juicio para poder afirmar que se hayan ejecutado proyectos de arboricultura comunal antes del advenimiento de los modernos programas de desarrollo forestal comunal.

Bosquetes comunitarios en Lesotho

En las unidades contemporáneas de planificación de la conservación, tal como ha sucedido con todas las labores de conservación en el pasado, el aprovechamiento racional de la tierra en la cual se siembran los árboles y la protección de esos árboles se confían al jefe y a la población...

(Los controles) siguen dependiendo de la autoridad, dedicación y energía del jefe y, cada vez más, de los comités legalmente constituidos y ad hoc que le asesoran respecto de asuntos de tierras y conservación, respectivamente.

La calidad de las tierras destinadas a arboledas en Lesotho siempre ha sido marginal. Los árboles representan un uso periférico de tierras, el cual se considera únicamente cuando los usos superiores -cultivos, pastoreo y viviendas- son inconvenientes...

Philips (1973, 23) advirtió: «...Debe tenerse presente que la creación de arboledas tiene poca o ninguna prioridad; las tierras cultivadas y cultivables tienen prioridad y se conservan para cultivos extensivos y que, de acuerdo con el entorno y las presiones ganaderas, los pastizales comunales' poseen una importancia especial en la tradición de la gente».

Aunque casi todas las tierras propuestas por las aldeas para el Programa de Arboledas de Lesotho, ya han caído en la categoría que Bawden y Carro¡ (1968) señalaron como «no aptas para, la agricultura», y están consideradas por el proyecto como no aptas para el pastoreo (P.W.T. Henry, com. pers., 1984), hay pocas dudas de que, pese a su marginalidad, una parte de la comunidad -o toda ella- las considera más bien como un recurso de pastoreo. Cuando surgen desacuerdos (véase a continuación) en cuanto a la expropiación de las tierras para arboledas, esta es la causa principal de las divergencias.

....El menoscabo de las arboledas ha sido un problema continuo, aunque no abrumador, en el funcionamiento del programa de arboledas en Lesotho. Su principal manifestación, hasta la fecha, ha sido el pastoreo. La mayoría de las parcelas están cercadas y, a veces, se cortan las cercas. Dentro del programa se ha debatido sobre la necesidad de las cercas, ya que en Lesotho los animales siempre son llevados en manada, es fácil cortar las cercas, y los daños causados por el pastoreo casi siempre son intencionales y no accidentales (Baines, 1981, 36). Sin embargo, según la actual política, las cercas sí son necesarias. En una etapa más avanzada del crecimiento de los árboles, el pastoreo es provechoso porque al reducir el tamaño de la hierba en la arboleda, disminuye el peligro de incendio. Se supone que empeorará el problema de la tala no autorizada, a medida que más bosquetes lleguen a su madurez. La mayoría de los daños son causados por dueños de rebaños individuales y peones de ganado que quieren apacentar sus animales y a quienes no les preocupa la necesidad de proteger el bosquete. Este problema se exacerba en años de sequía, como lo fue el de 1983, pero, sí ha habido daños premeditados. En algunas comunidades, los bosquetes han sido creados enfrentando una considerable oposición, generalmente de los dueños de ganado que se sienten agraviados por la reducción de las tierras de pastoreo debido a la creación de un bosquete. Esta oposición parece estar reprimida, pero en ocasiones lleva a la destrucción de las cercas y de los árboles jóvenes.

S.D. Turner, «Land and Trees in Lesotho», (borrador) (Roma: Institute of Southern African Studies, National University of Lesotho, 1984), en pp. 14-19.

La plantación descentralizada de árboles llevada con éxito bajo una dirección centralizada: China y Corea del Sur

...Estos dos países, que fueron visitados anteriormente por observadores idóneos, presentaban un cuadro muy negativo de utilización errónea de la tierra -culturalmente enraizada- y una productividad forestal en deterioro... Pero en cada uno de ellos, un esfuerzo nacional concertado y articulado con un empeño internacional sí tuvo éxito. Los chinos manifiestan haber aumentado la extensión dedicada al uso forestal desde el 5 por ciento en 1949 hasta casi el 13 por ciento en 1978, mientras que en Corea del Sur, vastas zonas han sido transformadas... Eckholm (1979) indica que hasta fines de 1977, habían sido creadas 643.000 hectáreas de bosquetes locales.

Desde luego, los dos programas, originados en la voluntad de los gobiernos, se realizaron en naciones manifiestamente capaces de lograr el acatamiento por parte de la colectividad. Ambos países también optaron por lo que es, en realidad, «un desarrollo forestal descentralizado», que consiste en un sistema de bosquetes de uso comunal resguardados por un sistema nacional. Los surocoreanos han incorporado innovaciones que son de interés general, ya que las tierras plantadas con árboles permanecen en manos privadas.

    1. Una aldea calcula sus necesidades globales de combustible y determina qué tierras se destinarán a la VFA (Asociación Forestal de Aldeas). No obstante, los dueños pueden optar por reforestar las tierras por cuenta propia o colocarlas bajo la administración de la VFA, a cambio de una décima parte de las futuras ganancias. Quienes realizan el trabajo obtienen los mayores beneficios (Eckhol, 1979).

    2. Las medidas ejecutadas a fin de impedir el uso tradicional de los bosquetes para recoger hojarasca y leña están vinculadas con una enérgica campaña de extensión.

    3. Se procede a mejorar el diseño de las cocinas y se adoptan otras medidas para conservar el combustible en la explotación agrícola.

    4. Se incorporan nuevas fuentes de energía al sistema:

    a. generación con metano y calentadores de kerosene;

    b. una mezcla de especies de rápida maduración, tal como la Lespedeza, es introducida en los bosquetes para permitir la rápida extracción de leña (práctica denominada el «método suchon») (Arnold, 1978)...

Eckholm recalca que, si bien estos dos casos no son típicos de la mayoría de los proyectos agroforestales, por lo menos sí dejan en claro que la combinación de una decisión política de los líderes con la participación comunal y el reparto de los beneficios a los pobladores locales puede lograr el éxito. Esto es a pesar del impacto negativo de prácticas culturales enraizadas, que favorecen la utilización errónea del suelo.

K. Openshaw y J. Morís, «The Socio-Economics of Agroforestry», en las Actas de una Conferencia sobre Cooperación Internacional en Agrosilvicultura (Nairobi: Consejo Internacional para la Investigación en Agrosilvicultura, 1979), en pp. 338-340.

Las condiciones para una acción local colectiva en el Sahel

En muchas comunidades contemporáneas del Sahel, la situación política local vuelve imposibles las actividades colectivas a largo plazo...

...Sus repercusiones en el manejo participativo de los recursos naturales con el aporte de la colectividad son desconsoladoras. Dada esta situación política local carente de estructura, es imposible que los campesinos puedan proteger y cultivar conjuntamente bosquetes comunales, cercas vivas o rompevientos durante los primeros años críticos y hasta que estén bien establecidos. Como grupo les es imposible vigilar el bosquete o pastizal en las tierras de la aldea. No pueden llevar a cabo y mantener sistemáticamente el manejo de cuencas mediante una actividad colectiva en las tierras de todos los propietarios dentro de una sola cuenca hidrográfica. Las operaciones de conservación colectiva de los suelos y otras actividades similares son imposibles cuando estas dependen de la capacidad para imponer las decisiones colectivas, porque esa capacidad no existe...

Derechos privados sobre los árboles... El actual sistema nacional de propiedad y de derechos secundarios de usufructo podría transformarse para que partes específicas de la masa forestal (bosquetes, árboles en los campos, vegetación arbustiva en tierras comunales, el patrimonio forestal del Estado, etc.) pertenezcan a la aldea o barrio, o a particulares. Un sistema semejante de tenencia de los árboles presupone que los derechos de propiedad más directos darían a los usuarios-propietarios un fuerte incentivo para controlar la explotación y hacer posible una oferta futura adecuada.

¿Está o no justificada esta presuposición? Según los datos obtenidos, parece que sí está justificada en algunos lugares, pero no en otros...

Legalización del proceso legal de la tenencia de los árboles. La privatización de los derechos de tenencia de los árboles tiene un corolario práctico, que es el de la localización de los medios legales y su aplicación. Para los dueños de árboles, esto reduciría notablemente los costos de defensa de sus derechos sobre la masa forestal. Es mucho más fácil para un aldeano encontrar al principal de su sector, jefe del pueblo, o clérigo musulmán local, que perseguir a un agente forestal itinerante. Por ello, si se autoriza a los notables locales para que se ocupen de las controversias relativas a la tenencia de los árboles se promovería la litigación en defensa de los derechos de propiedad sobre los árboles. Este procedimiento serviría para ir estableciendo esos derechos en asambleas locales abiertas a la participación de todos. Las decisiones se someterían a un debate público y ya no se tratarían mediante procesos administrativos que suelen excluir a las partes no interesadas. Estos debates contribuirían a informar a la gente del lugar respecto del nuevo sistema de derechos de tenencia de los árboles y a definir el contenido de esos derechos.

James T. Thomson, «Participation, Local Organization, Land and Tree Tenure: Future Decisions for Sahelian Forestry, en: «Whose Trees?: Proprietary Dimensions of Forestry», L. Fortmann y J.W. Bruce (Boulder: Westview Press, 1988), en pp 206, 210-212.

¿Cómo se formulan los controles para regular el uso? Hay dos categorías generales de estrategias para el control ejercido por la comunidad: la exclusión de quienes no son miembros del grupo y el control del uso por los miembros. El primero debe contar, hasta cierto punto, con actividades de vigilancia, pero la reciprocidad es lo que determina, al final, la eficacia de estos mecanismos. El segundo podría realizarse imponiendo cuotas para el uso por persona o por hogar. Una manera de poner las cuotas en práctica sería asignando la tenencia de los árboles; es decir, asignando los derechos de uso de determinados árboles o tipos de árboles en el ejido a determinados hogares o personas. Un segundo método consistiría en ir verificando la extracción, lo cual resulta difícil salvo cuando se trata de ejidos muy pequeños cuidadosamente administrados. Otra solución sería que la comunidad disponga la cosecha de los árboles o productos forestales y su distribución a los miembros. La tercera posibilidad, si el bosquete es colectivo, sería la de crear reservas que se retirarían del uso comunal hasta que la cubierta forestal se haya renovado o haya madurado.

Esta diversidad puede apreciarse en varios ejemplos. En 1639, en Hampton, New Hampshire, tres hombres fueron nombrados guardianes de bosques para controlar el uso del bosque y asignar cuotas de tala a cada hogar (Departamento de Bosques y Aguas de Pennsylvania, 1932). Los consejos comunales en poblaciones suizas marcaban los árboles que habrían de cortarse para leña y asignaban la participación en la madera echando suertes (Netting, 1981: 189). En la India se subastan las hojas forrajeras y el producto se emplea para realizar proyectos comunales (Brara, 1987).

En términos generales, cuanto más grande sea el ejido más difícil será el control de su uso. Los árboles en terrenos de pastoreo, como los que se encuentran en las rutas de paso estacionales de los nómadas, plantean problemas especialmente difíciles. El extracto que sigue, tomado del informe de un grupo de trabajo sobre árboles y tenencia en el Africa, pone de relieve estos problemas.

Los problemas especiales de los pastores requieren soluciones innovadoras

Hay muy pocos conocimientos sistemáticos sobre el comportamiento de los pastores nómadas con respecto al uso y plantación de árboles. La investigación debería abordar esa problemática, planteando las siguientes preguntas e inquietudes, entre otras: ¿Cuáles son las normas que rigen los derechos sobre los árboles? ¿Cuáles son los derechos de las personas como tales frente a los derechos de los grupos? Por ejemplo, en ciertas regiones del Sudán, la familia tiene el derecho exclusivo de sacudir las vainas forrajeras de ciertos árboles, aunque otros pueden permitir que sus animales coman las vainas que han caído al suelo en forma natural. En Maasailandia, es cosa corriente que las granjas colectivas permitan a los peones de ganado de las granjas colectivas circunvecinas apacentar su ganado en las márgenes exteriores del territorio de una granja. Pero, durante una reciente sequía, los miembros de por lo menos una granja colectiva, en cuyas márgenes abundaban los árboles de Acacia tortilis, puso en vigencia los derechos exclusivos de sacudir los árboles y restringió a los no miembros el uso de las vainas caídas en forma natural. Este tipo de respuesta medida, ante una situación de sequía, parece indicar que los grupos pastores practican un manejo más complejo de los recursos forestales de lo que se había pensado.

¿Cómo podrán protegerse los árboles utilizados periódicamente por los pastores nómadas, cuando ellos no estén presentes? Los pastores que recién llegan a las tierras de pastoreo nómada quizás desconozcan, o burlen, las normas tácitas que rigen las relaciones entre los diversos grupos y podrían ser más oportunistas y agresivos al apropiarse de los recursos colectivos. ¿Cuáles son las actitudes del gobierno? Muchas veces hay fuertes presiones para lograr que los pastores nómadas o seminómadas se vuelvan sedentarios, lo cual podría no ser la mejor solución desde el punto de vista ecológico. Peor aún, el incremento de la población en áreas de pastoreo abundante en agua está ejerciendo mayores presiones sobre los árboles y los recursos de pastoreo. ¿Significa esto que los pastores nómadas se interesarán más en la plantación y cuidado de los árboles?

(Report of the Regional Working Group on Africa», en Land, Trees and Tenure, Ed. J.B. Raintree (Madison y Nairobi: Land Tenure Center and International Council for Research in Agroforestry, 1987), en pp. 337-338).

INCENTIVOS Y DERECHOS INDIVIDUALES SOBRE EL EJIDO

Un ejido es administrado por la comunidad, pero su existencia depende, finalmente, de que los miembros de esa comunidad consideren que los beneficios opbtenidos por ellos superan los costos. El mecanismo de tenencia de una propiedad colectiva permite el manejo de un bosque en la medida en que movilice esos incentivos. La capacidad para hacer cumplir las normas es casi siempre tan modesta que vuelve necesarios un cierto consenso y, por tanto, la observancia por parte de los propios miembros. No es fácil conseguirlos, porque las comunidades son distintas. Sus miembros tienen diferentes grados de interés en los árboles, en general, y en los diversos usos de los árboles. El hecho de que los árboles son plantas que sirven para fines múltiples crea la posibilidad de una heterogeneidad en la comunidad con respecto a la prioridad relativa que se dará a los diferentes usos de los árboles. Por ejemplo, un hogar que posee ganado estará mucho más interesado en los árboles como forraje que un hogar que no tiene ganado.

Es necesario comprender esta diversidad de intereses. Muchas veces las labores de repoblación o conservación forestal se han llevado a cabo como si una aldea o comunidad fuera homogénea, como si todos sus miembros tuvieran el mismo interés en el uso y buena administración de los recursos forestales. Pero, las comunidades no son homogéneas y suelen estar divididas por factores como la clase, casta, religión, grupo étnico, género, origen geográfico, antigüedad de asentamiento e, incluso, consideraciones de ciclo familiar.

Esta diversidad, conjuntamente con los usos múltiples y a veces mutuamente excluyentes que se pueden dar a los árboles, complica la distribución equitativa de los derechos de acceso a los recursos arbóreos. Los árboles talados para extraer madera no podrán usarse para forraje y el desrame de los árboles para forraje podría reducir su valor como madera.

Diferentes estratos de la comunidad, los hogares en las varias etapas de su ciclo de vida familiar e, incluso, diferentes miembros de un hogar tienen diferentes necesidades que satisfacer con los árboles y productos arbóreos. Los pobres de las regiones áridas de la India utilizarán más los recursos colectivos, inclusive el bosque de la aldea, para obtener combustible y forrajes, mientras que los ricos los utilizarían para extraer madera (Jodha, 1986). Es muy probable que los empeños por controlar los recursos a nivel comunal reflejen los conflictos internos y fraccionamientos en la comunidad.

El mito de una comunidad homogénea puede llevar a los incautos a elaborar planes simplistas, que no tomen en cuenta la diversidad dentro de la comunidad. Es muy posible, desde luego, reservar partes de un bosque colectivo para que lo utilicen subgrupos de la comunidad con intereses relativamente uniformes, aunque esto enseguida se complica. Por otra parte, la exclusión imprudente tiene graves resultados. Molnar (1 985b: 8) describe una aldea nepalesa en la cual los hombres decidieron proteger el bosque colectivo del deterioro cerrándolo a «todo pastoreo y tala y permitiendo a los aldeanos que entraran al bosque unos pocos días al año para cortar ramaje y madera menor y hojas forrajeras». Como resultado de ello, las mujeres, quienes no habían sido consultadas respecto de la decisión, se vieron obligadas a robar madera del bosque del panchayat adyacente. Las mujeres de ese panchayat, cuyo bosque fue incluido en un sistema similar, hicieron lo mismo en el bosque de otro panchayat más. Este efecto de dominio fue una consecuencia directa de que se tomaron decisiones sin consultar a todos los usuarios locales representativos.

En virtud de su función como recolectoras de leña y otros productos forestales en los bosques comunales, las mujeres deben ser muy especialmente tomadas en cuenta. De todos los nichos de tenencia, las mujeres dependen particularmente del ejido (Rocheleau, 1987). Los pobres y los campesinos sin tierra también dependen muchísimo del ejido. Por ello, al regular su uso se debe considerar no solamente el impacto en la comunidad como un todo, sino también el impacto en los miembros más económicamente marginalizados.

Hay algunas cuestiones que son propias de una situación de bosquete comunal o de cualquier situación de bosque comunal en el cual el uso se difiere y, como suele suceder, la recolección no se realiza individualmente por los miembros sino por los representantes del grupo; por ejemplo, para talar y vender la madera en el mercado. En estas situaciones, el asesor deberá examinar si existen: (1) mecanismos institucionales para la protección de los árboles; (2) disposiciones que espeficiquen la distribución de los beneficios a largo plazo; y, (3) incentivos de corto plazo para una buena administración.

Los procedimientos para la utilización y distribución final de los beneficios obtenidos por concepto de los árboles pueden ser muy imprecisos. Además, debido a lo incierto de las ganancias, las comunidades, cuyo escepticismo se basa en la experiencia, pueden considerar todo el asunto como algo ajeno a la realidad. En otros casos, los ricos o los dirigentes de la comunidad se han apropiado de los beneficios de un proyecto bien logrado.

¿Cómo pueden estar seguros los miembros de la comunidad de que se beneficiarán, ulteriormente, de los árboles plantados en el bosquete? Una manera sería que el gobierno y los miembros de la comunidad firmen un contrato muy bien redactado y legalmente obligatorio, que establezca la distribución de los ingresos. Hay modelos para este tipo de convenios; el extracto que sigue indica los detalles de un modelo presentado por Hosmer. Pero, no se debería esperar ingenuamente que un pacto semejante será observado cuando existen grandes disparidades en el poder dentro de la comunidad, a menos que el organismo gubernamental competente respalde a las partes más débiles. Según se indica en el extracto tomado de Bruce y Noronha, los planificadores de proyectos a menudo abordan la cuestión de «¿quién se beneficia?» con una inocencia que no la tienen los habitantes rurales. La creación de incentivos a corto plazo, para que tales o cuales personas protejan las plántulas, procura contrarrestar los efectos de las dudas abrigadas por la comunidad respecto de quiénes se van a beneficiar del proyecto a la larga. Estos incentivos de corto plazo deben estimular a las personas escogidas por la comunidad para que cuiden los árboles. Pueden incluir mecanismos como, por ejemplo, una bonificación en efectivo cuando se haya logrado una alta tasa de supervivencia de las plantitas.

Las participación del gobierno en un proyecto de bosquete comunal constituye en sí un factor problemático, desde la óptica de la tenencia. Cuando un gobierno planta árboles, la comunidad puede pensar que el gobierno está tratando de quitarle las tierras a la comunidad. La comunidad considerará que el gobierno es el dueño de los árboles, ya que no permite que los corte la gente del lugar, y le preocupará, por tanto, que el gobierno esté tratando de hacer valer sus títulos sobre la tierra al sembrar los árboles. Aún si el gobierno entrega las plántulas para que se las plante en el predio, podría haber una falta de incentivos para que la gente las proteja, porque siente que esos árboles pertenecen de alguna manera al gobierno (Murray, 1988: 219).

Nuestro objetivo al respecto debería consistir en comprender, primeramente, qué derechos tienen los hogares y las personas y cómo estos derechos están señalados y garantizados; y, también, cómo los diferentes usos de los árboles en la comunidad por los diferentes hogares y personas crean intereses algo diferentes en la supervivencia y manejo adecuado de esos árboles. Al entrevistar a pequeños grupos e informantes claves, se podría hacerles una serie de preguntas como las siguientes:

Esta serie de inquietudes pueden y deben plantearse en las entrevistas a los hogares. Las siguientes páginas contienen dos secciones con listas de preguntas tipo que tienen que ver con la utilización de árboles en los terrenos de uso común.

Distribución de la madera de un bosque comunal suizo

...Hay otro ejemplo suizo que vale la pena mencionar: los bosques de montaña de la comuna de Grindelwald, en el distrito forestal de Interlaken, cantón de Berna... La comuna está compuesta por siete aldeas de montaña, cada una de las cuales tiene su bosque. Las tres cuartas partes del valle pertenecen a la comuna. Debido a su ubicación, estos bosques están dentro de la clasificación de bosque protector...

Lo interesante es la manera en la cual el producto de la corta se distribuye a los habitantes, ya que no hay madera suficiente para enviarla fuera del valle. Solamente pueden presentar solicitudes de madera quienes son residentes auténticos del valle, los dueños de tierras. Estos se dividen en seis clases. Los primeros en recibir madera son aquellos que quieren la madera para reparar las pequeñas cabañas que guarecen al ganado en los altos pastizales, o para construir nuevas cabañas. Según el uso local del término, estos pastizales de montaña son «los Alpes» y no las montañas mismas como nosotros las llamamos. En segundo lugar, se entrega madera para la construcción y reparación de cercas en las laderas de las montañas. En tercer lugar, se la entrega para reparar los establos ganaderos del valle. En cuarto lugar, la madera sirve para reparar las casas del valle. En quinto lugar, la madera se utiliza para construir casas nuevas, que generalmente son construidas por todos los vecinos unidos en una «minga», tal como se hacía en los Estados Unidos, cuando el valle del Río Ohio aún era un lugar fronterizo. (El dueño de la casa también ofrece bebidas a los participantes como pago único, según la costumbre de nuestros antepasados).

Una vez que se haya satisfecho todas estas necesidades, si todavía queda madera, se considera al solicitante de sexta cetegoría, la persona que quiere combustible. Muy frecuentemente no recibe nada porque ya se ha agotado la tala permitida; pero casi nunca sufre del frío, porque casi cada dueño de tierras tiene un pequeño bosquete y también el derecho de recolectar leña seca y ramas del bosque comunal.

Raltph S. Hosmer, «City, Town and Communal Forests», en Whose Trees?: Proprietary Dimensions of Forestry, Eds. L. Fortmann y J. W. Bruce (Boulder: Westivew Press, 1988), p. 121.

 

¿Quién se beneficia?

También hay que tomar una decisión final muy al principio, incluso antes del inicio de un proyecto comunal, sobre la distribución de los beneficios. Muchos asesores externos tratan de imponer sus propias ideas de equidad en esas distribuciones. El asesor llega, habla con los funcionarios que aceptan las ideas del asesor inmediatamente, y parte convencido de que el cambio ha sido aceptado. ¿Acaso este procedimiento toma en cuenta la realidad? ¿Acaso piensa el consultor que realmente sabe lo que va a suceder luego de que él se haya marchado? ¿Es posible que las meras conversaciones modifiquen la estructura del poder dentro de una comunidad? Los funcionarios se sonríen y conversan: «Cuando llegue el momento de la distribución de los beneficios, el proyecto habrá concluido. Nadie vendrá para enterarse de lo que realmente sucedió.» Por ello, es sumamente importante que el extensionista forestal hable con diferentes sectores de la población para saber de primera mano lo que realmente sucede, para que todos los sectores participen en establecer un principio de la distribución de los beneficios. Si no se pueden distribuir los productos, entonces ¿en qué se gastarán los ingresos? ¿El objeto de los gastos beneficiará, entonces, a todos los sectores de la comunidad o sólo a unos pocos sectores? La norma general en los proyectos comunales es que quienes participan deben estar convencidos de que obtendrán algo del proyecto. Si este convencimiento no existe, no puede haber un proyecto comunal. No es poco frecuente que alguien diga: « ¿qué voy a sacar yo de esto?». Hay que dar una respuesta a esa pregunta.

Raymond W. Bruce y Raymond Noronha, «Land Tenure Issues in the Forestry and Agroforestry Project Contexts», en Land, Trees and Tenure, Ed. J.B. Raintree (Madison y Nairobi: Land Tenure Center and International Council for Research in Agroforestry, 1987), en p. 139.

Derechos de uso de los árboles en el terreno comunal, por especie

Hogar N°.______________________________

Nombre de la comunidad____________________

Distancia de la vivienda:____

El terreno comunal se usa para:

Bosque ______comunal:

__________________pesca

Pastizales:____

estacional, __________localizada

   

________recolección de leña

 

estacional, ________trashumante

   

____________tala de árboles

 

_________todo el año

   

pastoreo

   
 

Arboles en el terreno comunal por especie

(A)

Prep. tierras

(B)

Suministro semillas / plántulas

(C)

Plantas

(D)

Agua / cuidar

(E)

Desramar hojas / ramas

(F)

Vender forraje

(G)

Gastar ingresos forraje

(H)

Cosechar fruta

(1)

Vender fruta

(J)

Gastar ingresos fruta

(K)

Cortar árboles

(L)

Vender madera

(M)

Gastar ingresos madera

(N)

Quién es el dueño del árbol

(O)

Otros usuarios

(P)

Otros usos

                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 

 

A-N

O

 

P

1:

Institución / comunidad administradora

1:

Miembros de la comunidad

1: Ramoneo por animales

2:

Marido

2:

Otros locales

2: Recolectar leña caída

3:

Mujer

3:

Usuarios itinerantes

3: Desramar hojas / ramas

4:

Compartido por (números combinados: 2/3)

4:

Otros

4: Recoger fruta

5:

Otro familiar

5:

Ninguno

5: Cortar

6:

No aplicable

   

6: Otros

7: Ninguno

Necesidades relativas de mano de obra para diferentes especies en el terreno comunal y los beneficios proporcionados

Especies en el terreno comunal

Mano de obra y otros costos

Beneficios

Hombres

Mujeres

Mano de obra no familiar

Hombres

Mujeres

Mano de obra no familiar

             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             
             

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