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2. PROBLEMAS DE TENENCIA Y OPORTUNIDADES EN LOS PROYECTOS DE ARBORICULTURA

El análisis minucioso de las instituciones de tenencia no es la función del diagnóstico rápido de situaciones. A éste le incumbe, más bien, percatarse de los problemas y/o oportunidades. Ciertos aspectos del sistema de tenencia se considerarán como problemas u oportunidades, según el avance de la planificación del proyecto y de la determinación de los planificadores de emplear una tecnología específica y una manera de introducirla. (Jamás se introduce una tecnología por sí sola, pues las tecnologías comportan todo un conjunto de necesidades institucionales para su introducción y mantenimiento).

Si la idea del proyecto sigue siendo relativamente flexible, se la puede reelaborar para que encaje con la situación de tenencia local. Sin embargo, a menudo se advierte la falta de concordancia entre la idea del proyecto y la situación local cuando el proyecto ya está en marcha, en cuyo caso se habla de «un problema de tenencia». Tal «problema» debería describirse, más bien, como un diseño inadecuado del proyecto.

¿Cómo crean problemas para los proyectos las equivocaciones con respecto a la tenencia? Primeramente, el diseño del proyecto puede haber pasado por alto las limitaciones sociales e institucionales que impiden a los agricultores aprovechar las oportunidades brindadas por el proyecto para la plantación de árboles. El Centro Pecuario Internacional para el Programa Africano de Pequeños Rumiantes en Nigeria descubrió que en los ensayos realizados en las fincas surorientales del país, las modalidades de uso y tenencia existentes creaban una oposición de las comunidades a la plantación de árboles. Más adelante, hay un extracto del informe presentado por Francis al respecto. La plantación de árboles habría interferido con el control comunal sobre el uso de la tierra. Se había supuesto, inicialmente, que las unidades familiares tenían un dominio más exclusivo sobre sus predios del que realmente existía.

Donde las normas de tenencia consuetudinaria permiten la plantación de árboles, el sistema de tenencia puede todavía tener un impacto en los incentivos para que se planten árboles. Si los agricultores no pueden utilizar los árboles que ellos plantan, no es probable que los cuiden bien, aún cuando se ofrezcan incentivos a corto plazo. Thomas (1964) encontró que los campesinos que fueron empleados mediante «alimentos por trabajo» para plantar árboles en tierras sobre las cuales no tenían derechos respondieron plantando los árboles al revés, con las raíces al aire. Cuando el proyecto se concentra demasiado en el terreno específico en el cual se desea que el agricultor plante los árboles, los incentivos podrían estar mal calculados. Por ejemplo, si el proyecto diseñado no toma en cuenta los derechos de acceso que tienen las familias para disponer libremente de la madera de los ejidos y áreas de reserva, se podrían sobreestimar los incentivos ofrecidos para que los campesinos introduzcan árboles en sus sistemas de cultivo en su propiedad.

Lo que es más, el diseño de proyectos a veces se equivoca al señalar a los beneficiarios de la arboricultura, e incluso podría producir su desplazamiento debido a una comprensión errónea de las situaciones de tenencia. Un proyecto forestal comunal en Pakistán, cuyo propósito era el de arborizar el ejido como medio para extender los beneficios a toda la comunidad, descubrió que familias influyentes de la comunidad había establecido un dominio efectivo sobre grandes extensiones del ejido y que éstas se beneficiaban del proyecto (Cernea, 1981). El plantar árboles podría incrementar los peligros de un desplazamiento porque un vecino poderoso o un administrador tradicional de tierras decide llevarse los árboles y las tierras en conjunto. En Suazilandia, incluso unos pocos árboles frutales pueden atraer una atención indebida, tal como lo relata Flory más adelante. Una tenencia insegura, que antes no era muy importante, se tornó crítica cuando se plantaron árboles. Cuando tales riesgos son manifiestos, los incentivos para la plantación se verán afectados.

«Problemas» de tenencia en ensayos sobre unidades agrícolas con árboles de ramoneo en Nigeria Suroriental

Mgbakwu agrupa seis aldeas, cada una de las cuales está constituida por una serie de segmentos de linaje (umunna, término que suele traducirse por «familias») que descienden de un antepasado común de la línea masculina. Estas unidades tienen control sobre la tierra y la asignan anualmente a los hogares integrantes de la unidad, los cuales devuelven la tierras a las unidades al final del ciclo de cultivo. Todo terreno que no sea necesario para las necesidades de la familia se da en arriendo por un corto plazo a personas que son, generalmente, miembros de otros umunnas locales cuyos terrenos son insuficientes.

En Okwe, la unidad de tenencia de la tierra es individual y no se basa en el linaje, aunque el control comunal sobre su explotación pertenece en parte a un grupo residencial, la aldea (en el área del proyecto Okwe hay seis aldeas integrantes). Las tierras de las aldeas están bien delimitadas y se dice que los más antiguos de la aldea deciden cuál sector de la tierra va a trabajarse en el año. Los aldeanos que no poseen tierras en este sector, aún cuando la tengan en otro sitio, deben arrendarla de quienes sí las tienen. Las palmeras oleaginosas en Okwe también son aprovechadas colectivamente por la aldea; se fijan los días durante los cuales aquellos que participan en un fondo aldeano pueden cortar las nueces de los árboles comunales.

Para los fines de este trabajo, estos dos sistemas bastante diferentes de control sobre las tierras y su asignación tienden a reforzar una aparente renuencia a dedicarse al cultivo en franjas ya mencionado. Conforme al sistema Okwe, si bien las personas son propietarias de la tierra en forma individual, ellas se ven obligadas a tomar otras tierras en arrendamiento por el sistema de aprovechamiento colectivo descrito. Mientras formen parte de un régimen de arendamientos no tendrán mucho estímulo para esforzarse en mejorar la futura fertilidad de la tierra. Según el sistema Mgbakwu, tanto los arrendatarios como los integrantes de las familias que asignan las tierras solo tienen derechos temporales de usufructo sobre la tierra, por lo que habría una falta de incentivo correlativa para invertir en la fertilidad de los suelos.

Por otra parte, según los sistemas de tenencia Okwe y Mgbakwu, una prolongación individual del ciclo de cultivo ocasionaría un desfase en la modalidad de rotación establecida por la aldea o la umunna, respectivamente, y expondría a esas personas a la censura por otros miembros de estos grupos y un mayor riesgo de que animales nocivos ataquen sus cultivos al no trabajarlos colectivamente.

Paul Francis, «Land Tenure Systems and the Adoption of Alley Farming in Southern Nigeria», en Land, Trees and Tenure, Ed. John B. Raintree (Madison and Nairobi: Land Tenure Center and International Council for Research in Agroforestry, 1987), en pp. 177-179.

Estos «problemas» de tenencia son recurrentes en los proyectos forestales comunales. Son problemas que surgen cuando en el diseño del proyecto no se han tomado en cuenta los patrones de tenencia. ¿Cómo podremos lograr que sean advertidos durante diagnóstico rápido? Este trabajo propone ópticas y métodos prometedores para una evaluación previa de los sistemas de tenencia y examina, luego, cuestiones concretas de tenencia que tienen que ver con los tres tipos básicos de nichos de tenencia ya expuestos aquí: el predio agrícola, el ejido y la reserva.

Seguridad de la tenencia para los agricultores comerciales
en el territorio de la nación Swasi

Una de las características atribuidas al sistema tradicional de tenencia de la tierra en Swazilandia es la falta de una tenencia segura. El jefe tiene poder para distribuir tierras pero tiene igual poder para quitarlas. Según informaciones recibidas, un agricultor que trabaja mucho y alcanza la prosperidad mediante la agricultura se convierte en el blanco de los celos de la comunidad y se expone al destierro. De acuerdo con esta forma de pensar, la iniciativa, la competitividad y el empeño por progresar no son cualidades socialmente aceptables. Se piensa que cuando alguien sobresale, esa persona está empeñada en adquirir demasiada importancia o en parecerse a un jefe, por lo que su éxito podría atribuirse no a un esforzado trabajo sino a la brujería. Por consiguiente, un granjero progresista podría sentir presión para no destacarse sobre el resto o para no trabajar demasiado por el temor de malquistarse con la comunidad y correr el peligro del destierro.

...[Se ha advertido que] no es necesario que el destierro ocurra con frecuencia. La amenaza del destierro basta para obligar a la conformidad social con las normas socialmente aceptadas del lugar.

...Un caso [de los 12 destierros notificados para este estudio] resultó ser un caso clásico de un próspero agricultor que había sido acusado de brujería y fue desterrado. Uno de los granjeros progresistas relató lo siguiente:

«Un hombre alcanzó la prosperidad con la agricultura y cultivó muchos mangos. También era pastor en una Iglesia Evangelista. Algunos de los otros pastores estaban envidiosos de sus logros como pastor y fueron donde el jefe y lo acusaron de haberles embrujado. El jefe, quien codiciaba los árboles de mango, acudió donde al Príncipe Mfnasibili y obtuvo autoridad para desterrar al hombre. El jefe está comiendo los mangos ahora.»

Bruce E. Flory, «Constraints to Commercial Agriculture on Swazi National Land: A Summary of Swaziland's Advanced Farmers, o Informe al Ministerio de Agricultura y Cooperativas (Madison: Land Tenure Center, 1987), en pp. 15-18.

 


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